Alos presidentes de las Federaciones Españolas de tenis y baloncesto les unen muchas cosas. Además de ser los cabecillas de dos de los deportes que más éxitos están deparando al país, ambos comparten amores por las trece barras de 'su' Betis. Ese club que últimamente empaña en su interior los momentos de gloria que regalan las raquetas de Nadal y Verdasco o las canastas de Gasol y compañía. "Sigo muy de cerca todo lo que le sucede al Betis", señala Escañuela, mientras que Sáez reitera que "a pesar de haber nacido en Badajoz soy sevillano y bético por los cuatro costados".
Además de un gran sentimiento verdiblanco, ambos coinciden en censurar muchas de la cosas que suceden en Heliópolis. "El Betis no es de nadie, como pasa con la Macarena, pero es inadmisible que su gestor siga sin aparecer por el estadio. Lopera debe dar la cara y someterse al juicio de su afición, tanto para lo bueno como para lo malo", comenta indignado Sáez, quien añade que "hay que cambiar muchas cosas. Se deben dar cuenta de que el momento del cambio ha llegado".
La causa de todos los males está, según Sáez, en la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, que "confiscó los sentimientos". En una visión más de futuro, Escañuela reclama "unidad en todo el beticismo. Lo primero es subir. Después se requerirá un movimiento social fuerte y duradero". Son dos referentes del deporte nacional. Dos opiniones de valor. Dos béticos.
"Este club lo tiene todo para ser un grande, sin embargo no lo es"
Que un Betis más sólido y asentado en el fútbol español es posible lo tienen muy claro tanto Escañuela como Sáez. El primero de ellos reivindica "planes a largo plazo y no fruto de la improvisación. Hay que articular estructuras. Lo que tenemos ahora mismo es consecuencia de haber hecho todo lo contrario". Por su parte, Sáez indica que "el Betis tiene lo más difícil de conseguir en una empresa que quiere éxito: una clientela fiel pase lo que pase. Este club tiene todo para ser uno de los grandes, pero ahora mismo no lo es. Al Betis no lo ha salvado nadie, esta entidad es indestructible, no puede desaparecer. El ejemplo lo tenemos en el vecino, que considera al aficionado como el verdadero dueño del club. Aquí pasa al revés".
