Manolo sacó el bombo y entró a saco en el hangar donde las tropas españolas, 400 hombre y cuatro mujeres, esperaban la llegada de la Selección. Manolo animó rápido el cotarro: boom, boom, boom: "¡España, España!", gritaron los soldados desgañitándose y rompiendo la formación. Un sargento, precisamente de nombre Raúl González, puso orden: "Molina, a la formación o le meto un paquete y mañana no va al partido...".

Poco después llegaba el autocar de la Roja. El cabo Molina volvió a abandonar la fila. Con la entrada de los jugadores aquello se desató. Manolo el del bombo seguía a sus anchas: "A por ellos, oé; a por ellos, oé", coreaba la tropa. Sólo la llegada posterior de la ministra de Defensa, Carme Chacón, devolvió a los soldados a la formación. Manolo aprovechó para acercarse a Del Bosque, que terció ante Chacón: "Ministra, Manolo el del bombo quiere saludarla". Manolo se acercó bombo en mano y no se cortó: "Un placer, ministra, salude de mi parte a los Reyes cuando les vea, que me tienen mucho cariño... el Rey cuando me ve me dice: 'Hombre, Manolo, estás en todas partes". La actuación de Manolo, que fue felicitado por Villar ("Tú y tu bombo habéis estado de la leche", le dijo) sólo fue eclipsada por la presentación que el sargento Raúl González hizo de los internacionales según aparecían en escena: "El comandante de la escuadra imbatible, Vicente del Bosque... Desde la retaguardia, protegiendo el avance de sus compañeros, Casillas...". Estos soldados estarán hoy en el partido. Todos menos el cabo Molina, para el que desde aquí pedimos el indulto.