Sin agresividad el toque sirve de bien poco...
Cada balón que perdía Guti por dormirse multiplicaba el fervor del Pizjuán. Los desesperantes controles de Raúl de espaldas a la portería, esperando que el rival le pusiera la alfombra para encarar, servían para que los jugadores del Sevilla apretaran aún más las clavijas. Únicamente la inteligencia de Xabi Alonso, jugando casi siempre de primeras, desarbolaba el planteamiento de Jiménez. Kaká tampoco estuvo fino. No era el día para lujos y sí para ser eficaz en cada balón. Incluso Benzema pareció abrumado, sobrepasado por el ambiente de excitación que se vivió desde el primer minuto en la grada. Volvíamos a las imágenes del pasado, con Casillas mordiéndose el labio.
El que menos se enteró de qué iba la película fue Marcelo. Por momentos parecía que estaba jugando una pachanga con sus amiguetes. Despiste sonoro en el gol de Navas, absurdas pérdidas de balón cuando le presionaba el extremo y cara de susto cuando le pasaban por encima. Pese a todo, el Madrid estuvo vivo hasta el último minuto gracias a que intentó siempre jugar la pelota con clase. Bueno gracias a eso y a que entre Pepe y Casillas lograron que la diferencia fuera de tres goles menos. Y sí, definitivamente era un partido que ni pintado para Cristiano. Ese no se arruga nunca.