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Europa League | Werder 3 - Athletic 1

Demasiado enemigo

El Werder marcó las diferencias en un completo primer tiempo. Tardío despertar rojiblanco. Niemeyer, expulsado. Llorente marcó en el añadido

Jose L. Artetxe
<b>BALONES AÉREOS. </b>El Athletic sufrió más de la cuenta por el poderío físico del Werder, que dio mucho trabajo a Ocio y Gurpegi, que aparecen en la imagen.
BALONES AÉREOS. El Athletic sufrió más de la cuenta por el poderío físico del Werder, que dio mucho trabajo a Ocio y Gurpegi, que aparecen en la imagen.

El Werder hizo bueno el pronóstico y plasmó en un triunfo holgado su jerarquía ante un Athletic que tardó en meterse en el partido y que cuando se decidió a ganar metros tampoco tuvo fuerza para cuestionar el desenlace. El 2-0 al descanso dio paso a una reacción que se reveló insuficiente para discutir los puntos en juego, pese a que el rival actuó en inferioridad la última media hora.

No fue capaz el Athletic de asumir la augurada exigencia que entrañaba la visita a Bremen. Desde muy pronto estuvo abrumado ante la desenvoltura de los alemanes con la pelota, lo cual le hizo aparecer como un equipo encogido en amplias fases. En suma, concedió balón y espacios para que aflorase el estilo dinámico de un conjunto que aúna poder con mucha calidad en sus piezas ofensivas, y luego ya se hizo demasiado tarde.

El Werder hizo lo que se esperaba, insistió con fe y una variedad de recursos estimable hasta poner una distancia que le permitió plantear la segunda mitad con la clara intención de explotar la contra. Una idea que aún cobró más sentido tras la fugaz presencia del desatado Niemeyer. Como exponente de ello, la acción que a renglón seguido del gol de Llorente se tradujo en el penalti sobre Özil, un jugador por encima de la media.

El Athletic comprobó en el primer período cómo se las gastan los hombres de Schaaf. Estaba advertido, pero no supo oponer argumentos sólidos, aparte del repliegue, para frenar la pujanza de un fútbol que por momentos se traduce en auténticas avalanchas.

Aunque mediado el primer tiempo pareció que espabilaba y se animaba a replicar, la escasa convicción y peor uso de la pelota favorecieron que el Werder se explayase con salidas en bloque, muy profundas.

Los cinco fueras de juego que forzó la zaga adelantada del Werder en el arranque, aparte de reflejar lo bien trabajado que está el Werder, le otorgaron la iniciativa y asustaron a un Athletic que poco a poco fue renunciando a la posesión.

El marcador enseguida se torció, casi de la nada, es cierto, y fue entonces cuando la maquinaria que dinamiza Frings empujó con todo y el Athletic se arrugó por completo. Antes de que Naldo empujase el segundo gol, tuvo Toquero la pelota ideal para interrumpir una dinámica adversa. Llorente remontó la línea de fondo y sirvió perfecto, pero su compañero se precipitó y ni siquiera conectó con el balón.

Reacción. Caparrós hizo dos cambios en el intermedio, Yeste, apoyado en el despliegue de Gurpegi, tomó el mando, mientras que Muniain provocaba falta tras falta. Con diez, el Werder se protegió más, pero también entonces, gracias asimismo a la permisividad del árbitro, se mostró eficiente en labores de contención.

Un par de centros paralelos de Gurpegi y Etxeberria que no hallaron rematador fue lo más reseñable en el balance ofensivo antes de que, a tiempo vencido, Llorente firmara el premio al esfuerzo colectivo.

En los segundos finales de nuevo asomó el carácter alemán para en una contra ahogar la última esperanza y dejar claro que hoy por hoy hay niveles futbolísticos en Europa que quedan fuera del alcance del Athletic.