El Villarreal no levanta cabeza. Y lo peor es que todavía no se sabe si ha tocado fondo. Los amarillos encadenaron anoche su cuarta derrota consecutiva y lo peor es que lo hicieron ofreciendo la peor imagen que se les recuerda. Porque al Salzburgo le bastó con muy poco (la altura de Janko y el poderío físico de Tchoyi) para dejar en evidencia a un equipo que no encuentra el rumbo y que ahora se complica también su futuro en la Europa League, en la que por lo menos tiene todavía margen de maniobra. Pero, para ello, deberá recuperar el fútbol que todos conocemos y, ante todo, el gol, esa pegada que se echa de menos y que le está condenando.
En esto del fútbol, lo de las dinámicas, positivas o negativas, cada día cobra mayor sentido. Por ejemplo, en una negativa como la que está viviendo el Villarreal todo se decide por un detalle, pero siempre en contra. Pudo marcar Rossi cuando apenas se cumplía el primer minuto si no hubiera aparecido Gustafsson con una mano salvadora. Por un palmo se fue el remate de cabeza de Gonzalo en el 13' o la falta directa de Rossi en el 17'; o el disparo cruzado de Cani en el 26'; o el cabezazo de Llorente en el 28'. Toda una sucesión de ocasiones que confirmaron la falta de pegada de un Submarino al que la suerte le ha dado la espalda. Y todo ese aluvión de ocasiones llegó con su peor versión, con fútbol plano y previsible, lejos del preciosista al que nos tenía acostumbrado este Villarreal. Ernesto Valverde, en su búsqueda de soluciones, colocó a Cazorla en el centro de una línea de tres, con Rossi en la izquierda y Llorente sólo en la punta de ataque. Cuando algo no funciona, hay que buscar algo diferente, pero ésa no parece la solución. El asturiano lo intentó una y otra vez, pero los amarillos estaban estáticos, parados, incapaces de meterle mano a un Salzburgo que llevó a la máxima expresión su receta mágica: defensa férrea y balones por alto a Janko. Con eso les bastaba para contener a un Submarino y para ponerse con ventaja. De nuevo, en una acción a balón parado. Janko le ganó la partida a todos para desviar el balón con la puntita el pie derecho y superar a un impotente Diego López. Otro golpe para un Villarreal que ya ha perdido la cuenta de los que acumula en este arranque de temporada.
Sin reacción. Lejos de mejorar, el panorama aún empeoró más en el segundo acto. El Submarino seguía sin carburar y, además, dejó de crear peligro. Ni daba sensación de ello. De hecho, fue el Salzburgo el que pudo sentenciar con dos remates de Tchoyi, toda una pesadilla, y otro de Janko, pero se toparon con un Diego López que mantuvo vivo a los amarillos. Entró Senna, pero ni con el capitán sobre el campo funcionaron los amarillos. Tampoco con el 4-4-2 que recuperó Valverde tras un fallido 4-2-3-1 inicial. No había manera. Y, por si fuera poco, Tchoyi encontró el premio a su gran partido con el 2-0 y sentenció a un Submarino que denota poca capacidad de racción y que se complica el pase de grupo.
