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Liga BBVA | Osasuna 1 - Sporting 0

De penalti y gracias

Osasuna tiró tres veces a portería. El Sporting no inquietó a Ricardo. Un penalti anotado por Nekounam dio el triunfo a los de Camacho.

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<b>SE LAMENTA. </b>Bilic, que se lamenta por una ocasión fallada, no estuvo afortunado de cara a portería y tanto él como Barral no andaron finos de cara al gol.
SE LAMENTA. Bilic, que se lamenta por una ocasión fallada, no estuvo afortunado de cara a portería y tanto él como Barral no andaron finos de cara al gol.

Poco necesitó Osasuna para ganar a un pobre Sporting. Los dos equipos ofrecieron un decepcionante espectáculo. Tres ocasiones de gol de los pamploneses y ningún tiro a portería de los rojiblancos. Un penalti, por una mano inocente de Sastre, decidió que los tres puntos quedaran en casa, aunque por méritos, los dos pusieron mucho de su parte para no puntuar.

Camacho mantuvo el 4-4-2, mientras que Preciado modificó su dibujo táctico habitual para jugar con Barral y Bilic juntos en el eje del ataque y sorprender con Diego Castro, uno de los jugadores más desequilibrantes del ataque gijonés, en el banquillo. El Sporting llevó el control del partido en los compases iniciales, fase en la que los locales se mostraron más conservadores, más centrados en evitar ser sorprendidos. Los pamploneses salían de su parcela con un juego directo. En la zaga gijonesa los marcajes eran definidos, con Gerard como sombra de Aranda, mientras que Iván Hernández se fijaba con Pandiani. En cambio, en la zaga local no había vigilancias determinadas, sin posiciones fijas de Barral y Bilic.

El partido tenía un guión de los que se llaman espesos, o sea, de esos que tienen poco fútbol que ofrecer para la galería, con demasiadas reservas. Sin embargo, el control de los rojiblancos de poco servía ante un rival más correoso. Osasuna se despojó del control tras el primer cuarto de hora y las dos mejores ocasiones de gol fueron de los rojillos. Aranda cabeceó fuera un centro de Juanfran, cuando lo más fácil era haber empujado el balón al fondo de la portería de Juan Pablo. Luego fue Masoud el que dispuso de una oportunidad para inaugurar el marcador, pero su tiro cruzado y flojo fue despejado por Gerard cuando el portero gijonés estaba superado. El Sporting apenas inquietó a Ricardo, que sólo vio venir disparos lejanos y mal encaminados. Con este desarrollo, el empate sin goles resultaba lo más lógico, por la falta de puntería en las dos delanteras.

Pena máxima.

El segundo tiempo tuvo un cambio de decoración con un penalti, por mano de Sastre, que desvió un centro de Juanfran. Nekounam transformó la pena máxima ante un impotente Juan Pablo. El gol obligó a Preciado a hacer cambios. Dio paso a Diego Castro, todo un lujo en el banquillo, pero las rectificaciones llegaron tarde y en un momento en el que Osasuna supo sacar mejor provecho de la ventaja en el marcador. Josetxo y Flaño se encargaron de los balones que buscaban los remates de Barral y Bilic, con un dispositivo muy serio y sin fisuras. El desarrollo del juego le venía bien a Osasuna, que enfriaba una y otra vez el partido ante un rival desdibujado y que se perdía entre las prisas. En todos los casos se veía más cerca el segundo gol rojillo que el empate gijonés. Pudo lograrlo Juanfran, en un error de Rivera, pero el poste rechazó el lanzamiento. Con un Osasuna cómodo, con un juego de contraataque, bastante difuminado, y un Sporting a la deriva se llegó al final.

Los puntos quedaron en casa en un encuentro soso y aburrido, en el que la incertidumbre es la única nota por la que mereció la pena no abandonar la grada del Reyno de Navarra.

Con el fútbol ofrecido ayer en el campo osasunista, los dos equipos dieron muestras de que van a volver a tener una temporada complicada y con apuros para lograr su objetivo, como es la permanencia en Primera División. En esta categoría se exige algo más que el espíritu de combatividad que mostraron los jugadores de ambos conjuntos. La falta de ideas en la creación del juego fue el principal problema que tuvieron tanto Osasuna como Sporting. En la zona ancha se salvaron Rivera, por su trabajo de largo recorrido y Nekounam, que aportó serenidad para ser el mejor jugador del partido, dentro de un tono general discreto. La verdad es que en ningún momento se vio en ninguno de los dos conjuntos ideas para canalizar un juego ofensivo que pudiese avalar la búsqueda del triunfo.