Liga Adelante | Betis 0 - Cartagena 0
Pino no vale ni para Segunda
Dejó al Betis con nueve y desquició a la grada. El Cartagena dio por bueno el empate y sigue líder. Gran esfuerzo local, esta vez con muy poco fútbol
Si ya quedó comprobado en más de una ocasión que Pino Zamorano no valía para pitar en Primera, imagínense la que puede liar este hombre en Segunda. Ahí están los hechos. Ayer, rememorando tardes históricas como aquel 3-3 entre el Barça y el Betis en el Nou Camp, el manchego se erigió en triste protagonista de un partido que ya de por sí tenía muy buena pinta, pero que se evaporó por una actuación desquiciante y sin sentido. Pino, esta vez ayudado por su asistente Canales Cerdá, dejó a los locales con nueve de forma muy rigurosa, por no decir equivocada (expulsó a Arzu y Carlos García), y luego, quizás arrepentido, permitió arreones béticos que en otra coyuntura hubieran sido expulsiones.
Lo que no oculta esta pésima actuación arbitral es el flojo partido del Betis, cuando era once para once. Luego, demasiado tuvo con aguantar. Porque sólo al inicio asustó a Rubén, pero nunca encontró la forma de hincarle el diente al Cartagena, y mucho menos en inferioridad. Enfrente estaba esta vez un equipo sólido, que no da ni un sólo patadón, y con un jefe, Pascal Cygan, que abortó cualquier acercamiento local con cierto peligro. Si se le puede poner un pero al equipo de Juan Ignacio Martínez, líder por méritos propios, es su falta de atrevimiento en los minutos finales, ante nueve, aunque a decir verdad todos firmaban el punto con los ojos cerrados. A pesar de mandar el balón al travesaño hasta por dos veces.
También el Betis salió contento con el empate, porque se vio en una situación de peligro y cualquier regalo (envuelto en un punto) era la gloria bendita. Como muestra está el 0-0, que iba para pitos de la grada y al final se convirtió en ovación. Y es que si hay algo que ha quedado claro es que en Segunda la calidad está a años de luz de lo que se ve en Primera, donde cualquier fallo no se perdona. Ahora sí. En el infierno incluso te dejan vivir con dos jugadores menos, una ayuda extra para un equipo de tanta calidad como el Betis. Pero también ha quedado claro, por lo menos ayer, que esta travesía no va a ser un mar de rosas, y que alguna espinita se puede clavar si las cosas no se hacen bien.
Realidad. Quien de momento no ha tenido ningún desliz es el Cartagena. Ayer, en un estadio que suele intimidar (3-0 a Córdoba y Recre), aguantó el tirón inicial del Betis (ocasiones claras de Juanma y Arzu) y luego se dedicó a jugar a su estilo, con muchos toques, aunque sin peligro. Eso sí, segundos antes del descanso Tato mandó el balón al travesaño, una señal de que el partido no iba a ser nada fácil para los locales. Luego, Carlos García erró de cabeza cuando estaba solo ante Rubén, pero la expulsión de Arzu (más amarilla la segunda que la primera) abrió el partido y con espacios cualquiera pudo hacer daño. Sobre todo el alemán Odonkor, que firmó una galopada espectacular que quedó en nada por su poca calidad.
Pino parecía no estar tranquilo y quiso emular a un pistolero. Se le iba la mano con las amarillas con facilidad y en una acción que sólo vio su asistente principal mandó a vestuarios a Carlos García. La grada de Heliópolis se irritó aún más cuando vio al colegiado dirigirse hasta el punto de penalti. Pero rectificó, el lugar de la ¿falta?, porque la roja no se la quitó nadie al central catalán. En esa jugada De Lucas se topó con el poste y ya luego fue un constante toma y daca del Cartagena, aunque sin acierto.
El Betis no veía pasar los minutos, Pavone estaba tocado y desesperado (se jugó la expulsión en alguna que otra ocasión) y Sergio García se quedó sin fuelle. Como pudo, Tapia reorganizó a su equipo en busca de un punto milagroso. Y lo consiguió. Quizás le echó una mano Martínez, que también se frotó las manos con el empate. Puede que algún día se acuerde de la falta de atrevimiento, pero por ahora tiene a su equipo en lo más alto de la tabla. Ahí mira el Betis, quien clama contra Pino. Aunque nadie dijo que el ascenso fuera una misión fácil.