LIGA BBVA REAL MADRID-TENERIFE
Kaká ilumina y Benzema decide
El brasileño salió tras el descanso, cambió el partido y marcó un gol. El francés había hecho dos antes. Mal el Madrid, de nuevo líder, en el primer tiempo y valiente y sin suerte el Tenerife todo el partido.
Si no hay fútbol, que lo arreglen los futbolistas. En estas se maneja de momento el Madrid, muy lejos de ser un verdadero proyecto colectivo pero con una descomunal potencia de fuego. En lo que quizá ande más corto de lo que se presumía es en fondo de armario. Pellegrini quiso ahorrarse a Kaká y no anda tan sobrado como cree. El brasileño es, a estas alturas, el único elemento vertebrador del equipo, un activo imprescindible, la mano que mece la cuna. Entró él y cambió el Madrid, que rindió la voluntad de un Tenerife valiente y organizado con los goles de Benzema, esta tarde en cuarto creciente. El equipo blanco, con el dedo en el gatillo, vuelve a ser líder.
El Madrid topó de salida con un gesto de valor del Tenerife, que se asomó al Bernabéu con una presión en terreno ajeno y una zaga adelantadísima que redujo el campo a la mitad. Y en aquel partido boscoso, sin espacio ni claridad, se perdió un Madrid monocorde, sin toque ni combinación para descolocar por dentro, ni extremos para hacerlo por fuera. Sonó pues, a imprudencia, la decisión de Pellegrini de renunciar a Kaká y a Guti, el Pentágono blanco, de un golpe.
Aquel colapso arterial dejó al Madrid sin presencia ante Aragoneses, porque a la falta de juego se unió la de nervio. No puso el equipo de Pellegrini ni empuje ni emoción, sucedáneos del buen juego que templan a la grada. Y la grada fue creciendo en descontento hasta llegar a los pitos.
El Tenerife se sintió robusto y cómodo en el planteamiento de Oltra, con las líneas juntas y quitándole la pelota al Madrid en un gran ejercicio de autoprotección sincronizada. E incluso tuvo detalles atrevidos, fundamentalmente por la derecha, donde se juntaron el hambre de Alfaro y las ganas de comer de Drenthe, desbordado más de la cuenta por el canterano del Sevilla. En el centro sostuvo bien al equipo Román y fue el incordio esperado Nino, bueno para partidos como este. Esta acostumbrado a peleas en solitario. En tres minutos encadenaron tres ocasiones los canarios (Alfaro, Bellvis y Manolo), aunque ninguna transparente. Luego, de forma más espaciada, rondaría otras tres veces a Casillas con cierta timidez.
La respuesta del Madrid fue débil, aunque con una oportunidad muy dulce. Un disparo de Cristiano rechazado por la zaga blanca dejó la pelota a Raúl frente a Aragoneses y el 7 metió su balonazo en la barriga del guardameta. Una oportunidad única en un desierto de juego, con Xabi perdido, Benzema y Raúl desaparecidos y Cristiano sin campo.
Cristiano, jugadón sin gol
El Madrid había tenido el inicio antipático que pretendía el Tenerife, pero guardaba un poderosísimo plan B. Difícilmente le podrá ahorrar fatigas Pellegrini a Kaká, porque su entrada (y en menor medida la de Guti) iluminó al Madrid, que por enésima vez encontró antes la fuerza que la razón, la pegada que el juego. A vuelta de vestuario, Xabi Alonso cerró una rosca desde la izquierda y Benzema picó de cabeza a la red. Ahí empezó otro partido, abierto, sin costuras, de ida vuelta. Bueno para el Madrid, aunque entre los minutos 47 y 53 se tragara cuatro ocasiones, estas de verdad, del Tenerife. Kome, Román, Richi y Nino apretaron a Casillas con la falta de fortuna de toda la tarde.
Y en esas emergió el lujo del Madrid. Primero con una arrancada de búfalo de Cristiano Ronaldo, cuya potencia limpió a cinco zagueros del Tenerife en cincuenta metros. Aragoneses, con su intervención, le privó al portugués del gol de la Liga y de su quinto partido consecutivo en la Liga marcando. Pero un minuto más tarde (57'), otro alarde de potencia, este de Benzema, que sacó de pista con su corpachón a Manolo Martínez, sentenció el duelo, aunque siguió el cruce de ocasiones (Benzema, Cristiano, Omar al palo, paradón de Casillas a remate de Alfaro) y una pieza de museo de Kaká, que se apuntó el tercero con un disparo lejano inapelable. El Madrid no puede permitirle ni una rotación ni una gripe. Lo sabe bien el Tenerife, del que el marcador hizo un mal retrato.