Sporting y Zaragoza optan por un pacto de no agresión

LIGA BBVA | SPORTING 1 - ZARAGOZA 1

Sporting y Zaragoza optan por un pacto de no agresión

Sporting y Zaragoza optan por un pacto de no agresión

Sporting y Zaragoza firmaron tablas en El Molinón. Diego Castro adelantó a los asturianos con un lanzamiento lejando en la primera mitad y Abel Aguilar logró la igualada tras un saque de esquina.

Doce años después, Sporting y Zaragoza se volvieron a ver las caras en El Molinón para enfrentarse en la máxima competición doméstica. Años que han servido para ver a ambos conjuntos en diferentes fregados, con descensos incluidos por ambos lados pero sin mentalidad de inferioridad en ningún momento. Si por algo se reconoce el juego de asturianos y aragoneses es por su descaro en ataque. Cada batalla la suelen afrontan sin cavar trincheras y a cara de perro pero hoy ambos equipos decidieron dejar el atuendo de guerra y saltar al campo con la bandera blanca y no hacer más sangre de la necesaria en un partido lento y donde los dos goles han tenido que llegar tras rebote del cuero en defensas. Diego Castro tuvo su premio con un lanzamiento lejano en la primera mitad y Abel Aguilar, en la segunda parte, empató tras un córner. Ni el empuje de la afición sportiguista despertó a unos futbolistas conscientes del valor del golaverage al final de temporada.

La comunión entre afición asturiana y equipo es elevada y en la noche de hoy se volvió a comprobar cuando la grada cantó el cumpleaños feliz a Quini instantes antes del partido. Acabadas las celebraciones, los locales saltaron más enchufados en los primeros compases hasta que Luis Morán decidió recorrerse medio campo para intentar lo que hubiera sido uno de los mejores goles del campeonato con un disparo escorado a la derecha buscando la vaselina pero la rosca no se alió con el sportinguista y el cuero salió por encima de la cruceta de Carrizo.

Tras la ocasión se paró todo en El Molinón. El balón se movía de jugador a jugador por inercia, sin vislumbrar ningún síntoma de picardía en los pases, no había ritmo en el juego y las imprecisiones en el centro del campo eran numerosas. Con todo esto, las únicas oportunidades podían llegar a balón parado, esta vez desde el lado visitante y gracias a Pavón. Y es que el ex jugador del Real Madrid pudo adelantar al Zaragoza tras dos cabezazos en saques de esquinas. El primero salió lamiendo el poste y el segundo cruzó la línea de gol pero el colegiado entendió falta en una de esas disputas que siempre se dan en las áreas y que siempre se acaban pitando hacia al mismo sentido.

Tanto en el Sporting como en el Zaragoza se echaba en falta la aportación de sus referentes arriba. Había demasiada distancia entre los puntas y la medular y únicamente podían jugar sus cartas con pases largos desde el medio pero raramente cumplían la misión. Con un juego a tirones el gol sólo podría llegar tras una jugada aislada. Y así sucedió a la media hora de juego cuando Bilic decidió entrar en el partido dejando un balón a Diego Castro que se sacó un disparo seco desde lejos que se coló en la portería zaragozana tras desvío de Pavón.

El tanto no despertó al Zaragoza ni mucho menos. Es más, el resto de la primera parte los de Marcelino se limitaron a lamerse la herida sin pasar al ataque y el Sporting aceptó ser el dominante pero sin efectividad suficiente para asestar el golpe definitivo a un equipo que se fue al descanso aturdido y desganado. Mucho tenían que cambiar las cosas para apostar por una victoria visitante y Marcelino intentó solucionar el desaguisado metiendo a Babic por Gabi y ver si así su equipo se aventuraba a mirar arriba. Pero hoy estaba escrito que si el Zaragoza marcaba en El Molinón lo iba a hacer a balón parado. Eso fue lo que sucedió a los nueve minutos del segundo periodo después de que Jorge López botara un saque de esquina y el remate de Abel Aguilar acabó tocando en un defensor del Sporting para lograr la igualada.

El empate subió el voltaje de El Molinón y el empuje de la afición contagió a los 22 futbolistas. Fue cuando se comenzaron a ver esos ataques a los que nos tienen acostumbrados ambas escuadras pero faltaban ocasiones. Y cuando las tenían, no se las creían. Eso le paso primero a Gregory cuando remató de cabeza totalmente libre de marca a las manos de Carrizo y después Babic se apiadó del central errando otra ocasión ya cantada después de que Songo'o, que entró por un desaparecido Pennant, se fuera en velocidad por su banda y el pase de la muerte fuera rematado alto por el croata.

Fue en el tiempo de descuento cuando los dos equipos intentaron romper el partido para ver si sonaba la flauta pero esta película tenía el final escrito desde la primera parte con dos equipos conservadores que hoy decidieron quedarse en las trincheras.