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Liga BBVA | Valencia

"El Valencia es un grande, la guinda a mi carrera"

Bruno SaLtor pasa revista pertenece a una clase de jugadores alejados del glamour y que saben que, para llegar a lo más alto, han de trabajar duro. El catalán repasa su carrera con AS, Radio Valencia-SER y Cuatro.

Chimo Masmano
Actualizado a
El lateral está eufórico tras su llegada a Primera desde Segunda B.
david gonzález

Llegar a Primera y consolidarse no es fácil para ningún futbolista. Pero existen casos que demuestran que para unos es mucho más costoso que para otros. Bruno Saltor (El Masnou, 1980) es un ejemplo de esos jugadores a los que, por una razón o por otra, el camino hacia la élite se les hizo más largo y pedregoso en comparación con otros que se hicieron un hueco en la máxima categoría muy jóvenes: Xavi, Lopo, Yeste Pero no es el único caso en su generación. De ahí que sus mejores amigos en el fútbol sean Gerard Autet, Juvenal y Catalá, tres productos de la cantera perica que, como él, han tenido que trabajar más de la cuenta para llegar arriba. "Esto es un sueño hecho realidad. Valoro muchísimo jugar en Primera y, además, está la guinda: jugar en un grande como el Valencia. Lo estoy disfrutando un montón, porque ha habido momentos muy duros y, pese a que la gente se quede con que ahora estoy entre los grandes, hay que acordarse de que salí de casa con 13 años y la cantidad de partidos que he jugado en Segunda y Segunda B, algo que no suele valorarse pero que, para mí, tiene un mérito increíble".

Tan sincero como feliz, Bruno no tiene ningún problema en reconocer que en el fútbol, como en la vida, no se puede obviar una distinción que sigue latente: "Con todo el orgullo del mundo, me considero un obrero del fútbol. Me gustaría ponerme de ejemplo para que la gente sepa que las cosas difíciles se pueden conseguir a base de trabajo y esfuerzo. Las generaciones que vienen por detrás, teniendo en cuenta que a mucha gente les regalan las cosas, tienen la oportunidad de ver jugadores que pueden alcanzar su meta con un trabajo duro y muy costoso, lo que ha pasado conmigo".

No sólo los futbolistas, los seres humanos en general guardamos una relación muy especial con el destino. Una decisión tomada puede traer unas consecuencias distintas a las que depararía plantearse elegir en otro momento. Es el caso de Bruno, cuya carrera está repleta de puntos de inflexión que le han llevado a uno de los grandes. El primer arreón en su vida lo dio muy joven: "Jugaba mucho al fútbol y, con 13 años, me fui a una escuela de Lleida, el Atlético Segre, lo que sorprendió a muchos porque este juvenil estaba en la misma categoría que el de mi pueblo, Mora de Ebro. Tuve suerte de subir pronto al División de Honor y de allí me fui al Lleida, jugar mucho y me vio el Espanyol, que me fichó para su juvenil y filial".

En el club perico, dio el salto a los 'mayores', debutando en Primera en un Espanyol-Rayo en 01-02. El técnico que le dio la alternativa acabó marcando su carrera con unas palabras que, más de ocho años después, Bruno tiene grabadas en su memoria: "Aunque sorprenda, yo jugaba de mediapunta y extremo derecho. Me fueron echando para atrás, hasta que hubo un entrenador, Paco Flores, que me dijo que sólo podría jugar en Primera como lateral derecho, porque como mediapunta no pasaría de Segunda B". Y, efectivamente, el catalán acabaría en el lateral derecho pero no en el Espanyol, porque en 2003 se marchó a Lleida, donde le aguardaba otra cita con el destino: "Pese a tener alguna oferta de Segunda, decidí irme a Segunda B con el Lleida, tenían un proyecto muy bonito. Las cosas no fueron bien y ese día perdimos 5-0 y destituyeron al entrenador, lo que al final nos vino bien porque ficharon a Rubio y el equipo fue para arriba y ascendimos. Y fue curioso porque en ese partido, con 1-0, marqué un gol y me lo anularon. Muchas veces he pensado qué habría pasado si me lo hubieran dado por bueno: puede que empatáramos y que no cambiaran al técnico por otro que nos fue bien y que, además, es el que me dejó fijo en el lateral derecho".

En 2006, los ilerdenses volvieron a Segunda B y Bruno estuvo cerca de aterrizar en Valencia, pero no en el club ché, sino en el eterno rival: "El secretario técnico del Levante me dijo en el último partido, en el que ellos subieron, que me querían. Pero prefirieron a Manolo, que tiene el mismo representante que yo, porque el Almería había hecho una buena campaña y era lógico que le ficharan a él para jugar en Primera antes que a mí, que había bajado a Segunda B. Y, mira, me fui a Almería y ese año, con Unai, subimos y después pude jugar en Primera, consolidarme y ahora fichar por un grande".

Después de tres temporadas brillantes en el cuadro almeriense, a Bruno se le terminaba el contrato y eligió destino: "El Betis ya apostó por mí un año antes ofreciendo casi cuatro millones. Y llegó el momento en el que sí pude firmar con Lopera porque creía que era un buen equipo y no me arrepiento de haberlo hecho porque en ese momento creía que era lo mejor".

Pero la mala suerte se alió con el Betis y le condujo a Segunda ("los últimos diez minutos del Betis-Valladolid los viví hablando por el móvil con mi agente, preguntándonos qué sería de mi futuro"), algo que, según el contrato que Bruno firmó con una empresa de Lopera, le volvía a dejar libre en el mercado. Novias no le faltaron, incluso el Barça le tentó ("Guardiola me habló, tras un Almería-Barça, del interés en un lateral que permitiera descansar a Alves"), pero fue el Valencia el que le fichó: "Estando Unai ya se había hablado, pero cuando bajó el Betis apretaron mucho por mí".

Valencia. Un año después, el destino volvía a juntar a Emery y Bruno. Y una decisión táctica del vasco genera un primer punto de confusión en la opinión pública. Ante la gran competencia entre Miguel y Bruno, que matiza que es "sanísima y con una relación personal muy buena", y la falta de integración de Mathieu, Emery le coloca en el lateral izquierdo. Y, en AS, Bruno reconoce su incomodidad: "No hay que sacarlo de contexto pero me sorprende. Es una posición en la que yo nunca he jugado, por eso me resulta extraño. Es como si colocas a Villa de pivote, seguro que se siente raro. Pero, al final, estamos a disposición del entrenador, que es el que decide. Si él quiere que juegue por la izquierda, me encontrará con la máxima ilusión y predisposición. ¡Faltaría más!".

Lo que tiene claro es que su objetivo es ser un fijo tras dar el salto a un grande. Una categoría, la del Valencia, que no deja de admirar en ningún momento; "Había visitado varias veces Mestalla y pensaba que sería una gozada hacerlo de local. Ante el Sevilla me quedé alucinado. Y, sin decir que soy del Valencia de toda la vida, pensé que jugar en el campo de un grande con la camiseta de casa era un sueño hecho realidad".

Un jugador que ha protagonizado una evolución tan marcada, tras fichar por el Valencia, aún le queda un sueño por cumplir: la Selección: "Es un premio que te puede llegar y nunca te puedes obsesionar. El año pasado varios periodistas me llamaron en vísperas de algunas listas diciendo que tenía muchas opciones. Me habría encantado, no pudo ser y ya veremos".

De Bruno, lo que menos se conoce es su faceta más humana, su carácter solidario. "Mi padre es médico y siempre ha organizado viajes solidarios. Un día se nos ocurrió jugar un partido benéfico en mi pueblo, reuniendo a amigos y ex compañeros, para recaudar dinero para un grupo de mujeres de Ecuador para una máquina de bordar. Lo conseguimos y fue muy gratificante. También ayudó el sorteo que, a modo de subasta, hicimos de las camisetas que yo había cambiado a lo largo de la temporada. La más solicitada, y por eso se la pido siempre, fue la de Xavi".