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Atlético | La opinión de un experto

¿Llega el fin de la frustración atlética?

Seguidor atlético, abogado y diputado del PP en las Cortes durante el proceso de elaboración de la Ley de SAD, Gabriel Camuñas Solís contesta a Gil Marín.

He leído, como aficionado y seguidor del Atlético de Madrid desde hace más de 50 años, con enorme interés, la carta abierta que el Consejero Delegado, señor Gil, dirigió a la afición atlética en el Diario AS. Igualmente en mi condición de ex parlamentario en las Cortes Generales Españolas viví directamente como miembro de la comisión de Cultura todos los prolegómenos y el proceso de elaboración de la ley de Sociedades Anónimas Deportivas, y quisiera por ello puntualizar alguna de sus manifestaciones:

-Primero. Coincido que dicha ley no ha venido a solucionar los problemas que ya tenía el fútbol profesional antes de 1992 (democratización y endeudamiento de los clubes) sino mas bien al contrario; y coincido también en que pudieran haberse aumentado las diferencias entre los clubes que se acogieron a dicha ley y los que optaron por continuar con las estructuras organizativas que ya existían.

-Segundo. Desgraciadamente, el entonces presidente, don Jesús Gil, y sus directivos optaron por transformar el Atlético en SAD. Resulta por tanto chocante que los más encendidos partidarios de dicha ley y sus herederos intenten encubrir el fracaso deportivo y económico de nuestro equipo en estos últimos años, culpando a las SAD, y resulta igualmente un sarcasmo que aquellos que se sirvieron de dicha ley para apropiarse del club de manera sospechosa e irregular, por calificarlo suavemente, como consta en Sentencia Judicial (Tribunal Supremo, 4 de julio de 2004), puedan esgrimir ahora sin sonrojarse que la causa de todos los males fue la ley que tanto les benefició.

-Tercero. A mi juicio nada tienen que ver las SAD para que nuestro club bajara a Segunda; tampoco para que antes de la llegada de los actuales dirigentes, en 1987, el Atlético estuviera a dos títulos de Liga del Barcelona y hoy, sólo 20 años después, nos doble en Ligas, amén de las tres Copas de Europa. Nada tienen que ver las SAD para que en los 10 últimos años Mallorca, Espanyol, Betis, Zaragoza, Sevilla, Valencia y, por supuesto, Madrid y Barcelona hayan levantado trofeos de Copa y de Liga y nosotros ni nos hemos acercado. Los señores Gil y Cerezo venden como un gran logro quedar cuartos en la Liga; creo sinceramente que no conocen la historia de nuestro club, no ha habido década desde 1940 en que el Atlético no ganara Liga o Copa; además, no se puede olvidar que fuimos campeones de la Recopa de Europa y la Intercontinental.

-Cuarto. Hemos perdido jugadores de nuestra cantera como Raúl, hemos vendido jugadores emblemáticos como Torres, ya no somos propietarios del Calderón (por cierto las obras de la Peineta siguen sin empezar) y este verano hemos dado el espectáculo bochornoso de declarar transferibles a ocho jugadores que la dirección técnica ha sido incapaz de colocar y ahora, en voz de Pitarch, son los que componen la mejor plantilla posible. Parece que alguien quisiera segarle la hierba debajo de los pies a nuestro salvador del año pasado, Abel Resino.

-Quinto. Las permanentes justificaciones y el buscar culpables donde no los hay son una demostración de incompetencia que recuerda a aquel alumno permanentemente suspendido por mala suerte ya que le tocaba siempre la pregunta que no se había estudiado. Los atléticos no exigimos ni al señor Gil ni al señor Cerezo que pongan dinero de sus bolsillos en nuestro club, pero exigimos un mayor esfuerzo para que aumente el crédito ante las instituciones financieras, ante las autoridades e instituciones públicas y ante los medios de comunicación. Florentino Pérez y Joan Laporta tampoco ponen dinero en sus clubes, pero el crédito de ambos, por su capacidad de gestión, levanta expectativas en el mundo financiero que redundan en una mayor capacidad de inversión y de crédito para sus clubes, por cierto, cada vez más distanciados de nosotros.

A los atléticos no nos asustan las dificultades, hemos soportado casi todo gracias a nuestro espíritu. Veo sin embargo a través de mis contactos con antiguos jugadores, seguidores, lectores de periódicos, y en los foros de internet que la frustración es el sentir general de la afición.

Presiento que algo va a suceder, no se puede por más tiempo desacreditar a la oposición, excluir del campo a los que pitan en pleno derecho, retirar pancartas y, lo que es peor, negar la entrada en los órganos de decisión del club a instituciones representativas y empresas importantes. En resumen, cerrar la puerta a nuevas ideas. El Atlético no es cosa de dos, el Atlético somos todos, y queremos un cambio. El querer permanecer a toda costa es pedir cantidades disparatadas de dinero para no irse, el Atlético no se hizo para que nadie se hiciera millonario. Corresponde ahora, por lo tanto, escuchar a la afición.