Liga Adelante | Salamanca 1 - Celta 1
Vapuleo y premio escaso
El Celta da un recital, pero le frena la mala fortuna
Les doy mi palabra de que no me hubiese parecido raro ni excesivo que el Celta regresara de Salamanca con un 6-1. Fue tal la magnitud del baño que le dieron a los charros que uno casi sentía vergüenza ajena al ver arrastrarse a los de Oliva por el campo. Nos contaba Torrecilla el viernes que el Salamanca juega muy bien en el Helmántico y que quiere la pelota. Menos mal. Si llegan a salir a defenderse, se cuelgan todos del larguero. Esperemos que no todas las previsiones del director deportivo celeste sean igual de atinadas.
Y, entonces, ¿por qué el Celta se vuelve con un punto que sabe a poquísimo? Por varias razones. Primero, por la mala suerte, porque Dani Abalo y López Garai estrellaron dos balones clarísimos en la madera. Segundo, por los jueces de línea, que bombardearon con fueras de juego inexistentes a los atacantes olívicos. Especialmente doloroso fue uno que le señalaron a Saulo, en posición correcta por dos metros, que terminó en las redes de Biel Ribas.
Y, tercero (y en esto si que hay que hacer un cierto mea culpa), por la ineficacia de los delanteros vigueses. Faltaban Arthuro, Joselu y Aarón, y se notó. Saulo andaba un poco perdido. Tan pronto montaba él solo una buena acción de ataque como se convertía en el mejor central del Salamanca y le quitaba goles a sus compañeros. En concreto, estoy pensando en una jugada en la que le robó un balón a Dani Abalo, que se iba franco hacia la portería de los visitantes.
Desde el pitido inicial el balón fue propiedad exclusiva del Celta. El Salamanca no quería y no sabía tenerlo, con una sonrojante incapacidad por parte de sus hombres de mediocampo, completamente superados por el buen trabajo de Bustos, Garai y Trashorras. Los de Eusebio poco a poco iban triturando a su rival, pero sin marcar. No importaba. Daba la sensación de que eso era sólo cuestión de tiempo.
Mazazo.
La sorpresa llegó al inicio de la segunda parte. Una acción aislada, prácticamente la única combinación del Salamanca, cogió fría y despistada a la defensa celeste. Despotovic se plantó ante Falcón y cruzó a la perfección el balón a las redes.
El gol, no obstante, no cambió nada el rumbo del partido. El Celta seguía dominando y el Salamanca, si cabe, se rendía aún más a la ley del mínimo esfuerzo. López Garai la tuvo, pero la mandó al larguero. Fue Trashorras, una vez más, el que rompió la resistencia charra. En un magistral lanzamiento de falta, el de Rábade limpió la escuadra de Biel Ribas.
El Celta lo intentó una y otra vez y, con diez hombres, el Salamanca no se creía el resultado. Al final sólo fue un triunfo moral, y esos valen ahora, pero cuentan muy poco a final de temporada.