MUNDIAL 2010 ESPAÑA-BÉLGICA
Macrofiesta roja de Villa y Silva
Dos goles y dos asistencias de 'El Guaje' y otros dos tantos de Silva. Piqué completó la 'manita'. La Selección, enganchada al tiqui-taca, impresiona camino de Suráfrica.
España camina hacia el Mundial de fiesta de fiesta, con el fútbol envidiable que la hizo campeona de Europa y sin el agobio de las selecciones que la circundan en la clasificación histórica. Ayer sacó de pista a Bélgica, a Silva de sus dudas sobre su estado físico y a Villa de su microdepresión de goleador confuso. 'El Guaje' se apuntó dos tantos (ya suma 33 con la Roja y está a 11 de Raúl) y dos asistencias, que engrandecen aún más su papel con la Selección, en un triunfo coral, espléndido y jaleado por Riazor.
La Selección sigue enganchada al tiqui-taca, preparado futbolístico que envuelve, narcotiza y rinde al adversario con suprema facilidad. Ayer, aun sin Iniesta, Del Bosque alineó la versión más ortodoxa de aquella soberbia apuesta de Luis, con Xavi y Xabi en el puente de mando, Busquets a su espalda y Silva y Villa en los costados, asumiendo papeles que no son de uso común: el canario en la derecha y el asturiano en la izquierda. Y como el guión es perfecto, los actores encajan en cualquier papel, también porque sobre el escenario gozan de libertad para improvisar.
'El Guaje' fue imparable
Villa presentó un impecable disfraz de extremo (hasta que se marchó Torres y hubo de ejercer de nueve), con desborde por fuera y diagonales con filo por dentro. De la primera suerte sacó un penalti que luego él mismo erró y el pase perfecto a Piqué en el 3-0. De la segunda, un soberbio pase a Silva que acabó en el 1-0 y un gran derechazo que supuso el 2-0. Así cayó el murallón belga, sacudido antes por la maña, que no la fuerza, del adversario. Porque España gobernó de principio a fin, con paciencia y sentido, anulando la oposición belga con su fútbol corto y mareante, bien tejido por Xavi y Xabi, y el picante de Silva.
Sin mirar el reloj, sin apurarse, fue apuntándose ocasiones. Gillett salvó un remate a quemarropa de Villa con los pies por pura intuición y con la misma herramienta le detuvo después un penalti; Torres cruzó en exceso una invitación al gol de Xavi; Silva lo intentó desde fuera. Todo sin respuesta de Bélgica. Nunca estuvo tan lejos de aquel papel de 'bestia negra' con el que se alzó ante nuestro palmarés en los ochenta. Su fútbol fue de trinchera, encomendado a la fortuna, el corpachón de Fellaini y la potencia de Dembele, el más activo del once de Vercauteren, al que no veremos en el Mundial.
Hundimiento belga
Aquella resistencia belga sin salir de las cuerdas se hizo serrín con el primer gol. No cambió su estrategia, pero sí su estado de ánimo, que le llevo a tragarse una cascada de ocasiones y tres goles en los veinte primeros minutos de la segunda mitad. Esa muestra de fútbol total tocó techo con el tanto de Piqué, que recibió en plaza de ariete y como tal resolvió un envío de Villa: sorprendente su frialdad para detener el pase en el área y elegir el palo correcto. Lleva tres goles en nueve partidos, estadística que enmascara su rol de central.
Tras el 4-0, Del Bosque ahorró riesgos y premió al banquillo, con las entradas de Riera, Cesc y Albiol. Todo sin que España dejase de empujar contra el marco de Gillett, increíblemente el mejor de los belgas, y que no pudo evitar que Villa le enseñase la manita gracias a la generosidad de Cesc, que también la segunda unidad aprieta. Y así, con aire imparable, llegaremos a Suráfrica, donde nadie nos querrá tener enfrente. No habrá peor marrón que la Roja en el bombo.