Hay una cosa que es verdad: el arranque culé de Zlatan Ibrahimovic no ha sido el esperado, después de pagara 45 millones de euros (más Samuel Etoo) al Inter, hace sólo unas semanas. Después de tres oportunidades descifradas en muchos minutos (el trofeo Joan Gamper, la vuelta de la Supercopa de España y la de Europa, el pasado viernes), el delantero sueco aún no se pudo estrenar como goleador. Tuvo opciones, momentos lúcidos y mostró mucho sacrificio, pero le faltó puntería.

Se le nota tímido, como acomplejado al tener que compaginar con estrellas como Leo Messi o Thierry Henry al completar las jugadas. No ha estado afortunado y las elecciones parecieron ser nunca la correctas: cuando podría haber acabado las acometidas, eligió, por ejemplo, el taconazo para adornarse; cuando pudo combinar con sus compañeros, trató de acabar la acción sin el acierto necesario.

Prevención. Así, las críticas o los rumores comienzan a tomar cuerpo, algo que desde el vestuario quieren prevenir. Por ese motivo, Pep Guardiola seguirá apostando por él. Mañana, ante el Sporting, en el estreno liguero del pentacampeón, será titular. Sabe el preparador que cuando consiga el primer gol, las cosas irán cambiando y eso le acabará de dar toda la confianza al futbolista sueco, que la próxima semana será capitán de su selección ante Hungría y Malta, los próximos días 5 y 9; lo hará por la lesión del ex delantero azulgrana Henrick Larsson.

Es la fórmula y el consejo más práctico que ha recibido el futbolista, constantemente animado por sus compañeros. Celebró con el resto de la plantilla el título de Supercopa logrado en Mónaco ante el Shakhtar Donetsk (1-0) y espera que la fortuna le vuelva a sonreír pronto. Ha tenido buenos momentos, pero todos esperan que haga magia para ser pronto Ibracadabra.