Liga BBVA | Real Madrid 3 - Deportivo 2
El Madrid sufre pero se gusta
Los de Lotina empataron dos veces y Valerón rozó el tercero. El equipo de Pellegrini no perdonó. Lass sentenció y el Bernabéu vibró muchos minutos.
El repaso de las sensaciones las abarca todas. El Madrid sufrió y es posible que el sofoco haya sorprendido a más de uno. Podía parecer que un equipo tan poderoso solventaría sus partidos en casa con goleadas rotundas o lujuriosas, sin otra opción. Sin embargo, no es malo el descubrimiento de la mortalidad: invita a seguir corriendo. Admitido el susto, el Madrid disfrutó e hizo disfrutar. Y no hablo de arrebatos aislados. Más allá de los brillos particulares, se detecta el latido del fútbol, de la circulación permanente y el deseo de mandar, principal novedad con respecto a los últimos años.
El mérito del Deportivo fue recorrer el mapa de los sentimientos de ese equipo gigante. No sólo empató por dos veces, reponiéndose de las heridas que hubieran enterrado a otro, sino que dispuso de una extraordinaria oportunidad para conseguir el 2-3. La jugada es inexplicable porque el remate era sencillo y lo falló Valerón, completamente solo frente a un Casillas que ya había comenzado el avemaría.
En ese tramo que dio inicio a la segunda parte y en los últimos minutos del partido, al Madrid sintió el escalofrío del miedo. Duró poco, es verdad, pero advierte que todavía hay ajustes pendientes, como aligerar el tráfico o evitar que el equipo, bien ligado en ataque, se parta en dos cuando defiende.
Si esas fueron las debilidades del Madrid, sus virtudes volvieron a resultar rebosantes, e incluyo lo que se observa y lo que se intuye. Para empezar, el doble pivote Xabi-Lass sigue elevándose, y en este caso hay que reconocer el acierto de Pellegrini, que ha adelantado al francés venciendo el impulso contrario, el nuestro. Ese simple movimiento ha multiplicado la influencia de Lass, que al contacto con el 10 ha pasado de tapón defensivo a medio con gol, de rana a príncipe.
Pero ciñámonos al tiempo lineal y digamos que la salida del Madrid fue arrebatadora y que el Depor resistió en las cuerdas. Luego, más aliviado, el visitante tocó la pelota sin abandonar el castillo y pendiente de la bombilla de Valerón.
El problema es que ni siquiera el estricto cumplimiento de las reglas te protege del Madrid. Su aplastante dominio del juego inclina la estadística a su favor: surgirá un pasillo, alguien lo encontrará, entrará un tiro. Y así ocurrió. Kaká tanteó la muralla y abrió un túnel entre las piernas de dos defensas; Benzema fusiló y el balón, rebotado en Aranzubía y el larguero, terminó empujado por Raúl, que también juega con el olfato.
Truco. El Depor volvió a utilizar el manual de emergencia y empató de estrategia. El truco fue viejo: fijar la vista en un lado y la mano en el otro. Cuando el Madrid quiso entender ya no tenía cartera.
Cristiano respondió con un gol de penalti fabricado por Raúl y Valerón empató con un tanto que bien pudo firmar Kaká. Al rato se registró su error fatal, y después llegó la perla de Lass, quiebro y pum.
El Bernabéu entró en estado felicidad animado por el juego y los arranques de Cristiano, por fin profundo y siempre favorito. Los cambios enfriaron el ambiente, pero el madridismo se siente correspondido, y como todos los enamorados, no percibe ni el frío ni el calor. Sólo sonríe y suspira. Así es el amor.