Ambos equipos saltaron al terreno de juego presionando muy arriba, impidiendo al rival una salida fácil de balón, por lo que los primeros minutos de partido ofrecieron un juego espeso y con poca fluidez ofensiva.

La más avanzada puesta a punto de los franceses comenzó a hacerse evidente conforme avanzaba el partido. La mayor velocidad de los jugadores galos hizo más efectiva su presión, lo que le permitió robar varios balones que generaron mucho peligro al contragolpe en el área de Oliva.

A la media hora, el capitán francés Alou Diarra encontró un hueco entre los dos centrales del Villarreal y su envío al hueco lo aprovechar Buillon para batir a Oliva en su salida.

El Villarreal, a pesar de no llegar con fluidez a las inmediaciones del área gala, dispuso de dos claras oportunidades en las botas de Joseba Llorente, que no acabaron en gol por muy poco.

En la reanudación, el equipo de Ernesto Valverde salió con otra mentalidad y puso contra las cuerdas al Girondins en los primeros minutos.

Además, la estrategia funcionó y Gonzalo vio cómo a los 2 minutos el árbitro le anulaba un gol por fuera de juego y poco después era el otro central, Godín, quien pudo empatar tras otra jugada de pizarra.

Sin embargo, el carrusel de cambios de Laurent Blanc y Valverde rompió el ritmo al partido, aunque Pereira pudo lograr la igualada en el ecuador del segundo periodo, pero su disparo fue repelido por el poste.

En una jugada a balón parado el Girondins amplió su ventaja, tras una falta sacada por Gourcouff que Fernando Menegazzo remató de espaldas y espuela. Los últimos minutos fueron muy anárquicos y los dos equipos dispusieron de claras ocasiones, aunque el marcador ya no sufriría variaciones.