El Athletic dejará mañana la concentración de Isla Canela con la preocupación en el cuerpo. No supo ganar en sus dos primeros amistosos de pretemporada y venció en el bolo amable de ayer en San Roque de penalti en el último minuto. Si bien lo del torneo de Portugal tenía cierta disculpa, lo de Lepe fue un chiste malo. Intensidad puso toda, pero sin imaginación, sin desborde por las bandas, sin circulación ordenada del balón... Así no se puede ganar ni siquiera a un Segunda B que hace cuatro días apuraba sus vacaciones en la feria de Isla Cristina. La ilusión que puso por ganar el juvenil Muniain en el tramo final y los primeros minutos de Llorente, el salvavidas ofensivo de este equipo, fueron las únicas buenas noticias de una tarde infumable.

Ya está preparado. Conocen quienes me leen que no soy partidario de precipitaciones con los debuts de los jóvenes de Lezama, pero Muniain, a sus 16 años, aporta a día de hoy una frescura con la pelota y una chispa que rompe con el fútbol cuadriculado de sus compañeros. Tendrá minutos ante el Young Boys. Seguro.

De entrada, Caparrós envió un mensaje directo con la convocatoria a Ibaigane. Dejó fuera a los dos centrales suplentes, Ustaritz y Etxeita, y a Ion Vélez. Más claro, agua. Quiere que le fichen ya a Miguel Flaño y Asier Goiria. Lo del delantero está cada vez más frío. No convence la idea a la directiva.

Por lo visto, al Athletic le falta un mundo para ser competitivo. Ante un San Roque que llevaba sólo dos entrenmientos, la primera mitad del partido fue frustrante. Sin ideas, sin conexión entre el medio campo y la delantera, formada por De Marcos y Toquero, el público no se durmió de milagro. Muchos, porque son del Athletic hasta las cachas y todo les parece bien. Otros, porque cada cuarto de hora, el lateral izquierdo local, Lebron, soltaba una patada sin pudor a Susaeta.

Así, el meta lepero se pudo quedar tomando una cervecita en la playa. Apenas intervino una vez en este tramo en un rechace cazado por De Marcos.

El Athletic depende en demasía de Llorente y Caparrós no pudo aguantarse más. Le dio sus primeros minutos tras el descanso junto a Toquero. El asunto mejoró algo. El único peligro que no protagonizaba Muniain era a balón parado. Ocio estrelló una falta en el larguero e Iturraspe peinó alto un centro de David López. El San Roque, con nueve cambios, se defendió como pudo. Nada que ver con el equipo que encajó un 0-7 el año pasado. Etxebe, al final, salvó los muebles. Era el día de los pillos.