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Nakamura

"Me encanta Valerón y cómo cuidan la pelota en España"

Shunsuke Nakamura (Yokohama, 1978) inicia su tercera aventura en Europa, en las filas del Espanyol. Procede del Celtic Glasgow, donde ganó tres Ligas

T. Guasch
Nakamura
fontcuberta

Shunsuke Nakamura: ¿significa algo especial en japonés?

Nada. El nombre es común y hay mucho apellido Nakamura en Japón. (Interviene Roberto Tukuda, amigo, asesor e intérprete en esta charla: "Lo que en España sería Pérez").

Las primeras noticias sobre usted nos llegaron cuando tenía 18 años. No le fue fácil abrirse camino, ¿verdad?

Cuando era cadete apenas medía el 1,65 y el Yokohama Marinos, mi club, me cerró el paso a su equipo juvenil. Tiene técnica, pero es pequeño, decían. Como entonces la mayoría de clubes de mi país no tenían cantera me fui al equipo de mi colegio y llegamos a la final nacional de las high school, cuya organización es al estilo de lo que hacen en Estados Unidos. Me salió un buen partido y el Marinos volvió a buscarme. Por entonces llegó al club Xabier Azkargorta, me vio y acabé debutando con él en Primera División. Él me enseñó muchas cosas, claro. Y le estoy muy agradecido.

En aquel equipo coincidió con Julio Salinas. ¿Fue la gran experiencia de su vida?

¡Sí, ja, ja! El primer día que lo vi, tan alto, pensé: éste no puede ser futbolista. Empezamos a jugar, él a meter goles y acabó siendo mi mejor socio.

Usted jugó en Italia, tres años en la Reggina, y cuatro en el Celtic escocés. ¿Para un jugador de su calidad es una bendición llegar a España?

Lo mejor de ustedes es que cuidan mucho la pelota y eso es bueno para mí. Pero también una dificultad: en la Liga hay muchos jugadores como yo, luego me será difícil destacar. Yo soy japonés: tengo que aprender mucho sobre fútbol.

Ha cumplido los 31. ¿Siente que debe seguir aprendiendo?

Sí, muchas cosas. En fútbol siempre está uno aprendiendo y más si quiere mejorar, como es mi caso.

Un episodio extraño en su vida fue su ausencia en el Mundial de Corea-Japón'2002. ¿Qué pasó?

Tuve que esperar mucho para jugar la fase final de un Mundial, en efecto. Para el de Francia'98 estuve convocado en los partidos previos, pero al final no entré en la lista definitiva.

En el último amistoso marcó dos goles, dio una asistencia, le hicieron un penalti... y cuando iba a tirarlo, el seleccionador (el francés Philippe Trouisier) lo reemplazó. Al final se quedó fuera de la lista de viajeros, en Japón se armó un gran lío, pero usted nunca levantó la voz. ¿Por qué?

En su momento di una conferencia de prensa y dije, y mantengo, que hay muchas clases de experiencias. Una de ellas, que es muy difícil estar en una selección clasificando para un Mundial y quedarte fuera de no mediar lesión, enfermedad... Bueno, pues yo viví eso. Lo asumí, ¿qué iba a hacer? Seguí trabajando y por fin tuve mi premio en Alemania'2006. Superamos la primera fase y nos tocó Australia en el cruce. Todo fue bien hasta el minuto 82: ganábamos por 1-0 y nos metieron tres en siete minutos.

¿Cómo es su equipo ideal?

Siempre me llamaron la atención los centrocampistas españoles: me encanta cómo juega Valerón. Me gusta ese fútbol elaborado, de toque.

Cita a Valerón: usted es un loco del fútbol.

Mucho, me gusta jugarlo, verlo... Me van los equipos con un buen armador, por eso le hablo de Valerón como podría hacerlo también de Zidane o de Baggio en su momento. Mi primer ídolo fue Maradona. Los equipos que juegan en rombo o un 4-2-3-1 me parecen muy atractivos. ¡Ah! En mi casa no falta nunca la televisión del fútbol, me abono a los mejores canales. En cuanto me instale pediré mi Canal+.

¿Qué le dejó Italia?

Una gran experiencia. Fui en un momento en que sus clubes ganaban muchas cosas en Europa. Aprendí a jugar en un equipo que peleaba por no descender mientras que en Escocia supe lo que era jugar con la obligación de ganar siempre, que es lo que persigue el Celtic. En Italia, mi gran sorpresa fue en mi primera comida...

Le darían pasta, tampoco es tan raro...

¡No, no, si yo como de todo! Lo que me sorprendió fue que duró casi tres horas y cuando acabamos, allá en Reggio Calabria, me dijeron: "Naka, aquí los helados son buenísimos". ¡Y me llevaron a comer uno, enorme! En mi vida había vivido una comida tan larga. Los japoneses las liquidamos en treinta minutos. Aquí lo que más me ha sorprendido es el horario de la cena. En mi país nos ponemos sobre la seis o seis y media de la tarde y en Escocia no mucho después. Me acostumbraré... ¡Si estos días en Barcelona acabábamos el entrenamiento de la tarde pasadas las ocho!

¿Vino, juerguecillas y tal?

Nada. El vino, si acaso para brindar. Tampoco como pan. Soy hogareño, en cuanto acabe la pretemporada vendrán mi mujer y mis dos hijos. Soy muy metódico, no me acuesto sin hacer unos estiramientos. Es lo que he hecho siempre: en Japón, en Italia, en Escocia...

Prensa y técnicos escoceses le eligieron mejor jugador de su Liga en 2007. No es fácil que lo gane un extranjero.

Pues sí, me distinguieron con ese premio y se lo agradecí muchísimo. En ambos casos traté de adaptarme a una manera de jugar que no es la m se juega con lo que yo no tengo: el físico. Pero lo entendí: soy japonés, insisto. El que debe esforzarse por aprender soy yo. El fútbol no es uno, la gente de cada país ama el suyo, disfruta con su Liga. Los que llegamos de fuera debemos adaptarnos a ellas.

El día de su presentación en el Espanyol dijo sentirse desbordado. ¿Lo ha digerido?

No acabo de entender tanta euforia a mi alrededor. Yo soy un jugador como los demás. ¡Me han llegado a relacionar con Kaká y Cristiano Ronaldo!

¿Y no?

Dejémonos de cosas raras. Ellos buscarán la Champions, yo soy uno que viene de Escocia...

Pero está considerado el mejor jugador japonés de la historia, usted es allí un galáctico en cuanto a imagen, pues aparece en coches, telefonía móvil, bebidas...

Nunca pensé si soy o no el mejor, me tengo por un futbolista que llegó a Europa hace siete años... y sigue. ¿Nakata? Fue el primero de los nuestros que jugó aquí, él nos abrió la puerta de Europa; si acaso, a mí me toca mantenerla abierta para los que vienen detrás. Sobre Nakata lamento que se haya retirado tan pronto.

El fútbol japonés experimentó un gran auge hará unos diez años y se paró. ¿Por qué?

Entonces pudimos traer jugadores formidables como Leonardo (actual entrenador del Milán), Juninho, Dunga, César Sampaio, Stojkovic, M'Boma... Ahora es imposible traerlos, no hay dinero. Ahora está en Qatar, en el Oriente Próximo.

¿Cómo han sido sus primeros días en el Espanyol, en la ciudad?

Muy buenos. Vine pensando que esto sería parecido a Italia, pero he notado las primeras diferencias: aquí el entorno del fútbol es alegre, pero serio: se trabaja muy bien.

¿Cómo se relaciona con sus compañeros?

Con Iván de la Peña y Verdú en el italiano que conservo, por ahora ellos son mis mejores interlocutores.

¿Y Tamudo? Le acusan de ser introvertido.

¿Ah, sí? Entonces yo soy de su club, ¡ja, ja! No me dio esa impresión. El primer día se me acercó, me habló... Me parece una persona asequible.

Tendrá usted intérprete.

Pues no. El entrenador (Pochettino) me dijo que mejor no lo tuviera y por mí no hay inconveniente. Imagino que lo haría pensando en acelerar mi incorporación al grupo.

En el Espanyol sorprenden los autógrafos que firma ya por Barcelona.

Es que hay mucho japonés por aquí, ¡ja, ja! En mi país, dices Sagrada Familia y te responden: ¡Barcelona! ¿Sabe que la mayor donación que tiene el templo es japonesa?

Pues no, no lo sabía.

A nosotros nos encanta Gaudí. He caminado por la ciudad y he visto cosas de él. Es impresionante. (Nakamura vive en un hotel cerca del Paseo de Gracia donde se encuentran varios edificios del maestro catalán).

Y no se siente estrella pese a que en un país tan poco japonés como Corea es un ídolo. Un japonés difícilmente se sentirá identificado con Park, el jugador coreano del Manchester, pero un coreano sí dice Nakamura si le pregunta por un jugador asiático.

Bueno... No, no me siento estrella. He tenido la suerte de jugar al fútbol, que es lo que me gusta, pero soy uno más. En todo caso me esfuerzo por hacer feliz a la gente que le gusta mi fútbol, mi manera de ser. Yo soy un japonés-latino, probablemente porque me relacioné de joven con brasileños, españoles como Salinas, Goiko (Jon Andoni), Azkargorta, argentinos, bolivianos...

¿Y este año, qué espera?

De momento, acabar de aterrizar. ¿Le parece poco?

Oyéndole, su aterrizaje será suave.