COPA LIBERTADORES | CRUZEIRO 1 - ESTUDIANTES 2
Estudiantes se corona campeón de la quincuagésima Copa Libertadores
Gastón Fernández (m.56) y Mauro Boselli (m.72) marcaron para los ''pinchas'', dieron la vuelta al tanto de Henrique (m.51) y rompieron la igualdad del partido de ida (0-0), que se disputó la semana pasada en La Plata.
El Estudiantes argentino se coronó hoy campeón de la quincuagésima edición de la Copa Libertadores de América después de 39 años, con una gran victoria por 1-2 sobre el Cruzeiro brasileño en pleno estadio Mineirão de Belo Horizonte.
Gastón Fernández (m.56) y Mauro Boselli (m.72) marcaron para los ''pinchas'', dieron la vuelta al tanto de Henrique (m.51) y rompieron la igualdad del partido de ida (0-0), que se disputó la semana pasada en La Plata.
El conjunto bonaerense sumó su cuarta Copa Libertadores, después de los títulos de 1968, 1969 y 1970, y ganó una plaza para el Mundial de Clubes que se disputará en Abu Dabi en diciembre y en el que ya están clasificados el FC Barcelona, campeón europeo; el Atlante mexicano, titular de la Concacaf; y el Auckland City, por Oceanía.
El técnico argentino Alejandro Sabella supo leer muy bien el partido, tendió una trampa a sus adversarios en el centro del campo, con un soberbio Rodrigo Braña al corte, toda una pesadilla para los brasileños Wagner y Kléber, que apenas pudieron recibir balones.
La formación estudiantil estuvo firme, muy sólida en defensa, e incisiva en ataque, gracias a la rapidez de hombres como Gastón ''La Gata'' Fernández y Mauro Boselli y la inteligencia exuberante de Juan Sebastián ''La Brujita'' Verón. Ante la imposibilidad de avanzar por el centro, los locales buscaron los centros al área, pero pecaron en exceso por sus imprecisiones y su falta de determinación.
Desde los primeros instantes, al Cruzeiro le costaba armarse por la constante presión del Estudiantes, que jugaba muy compacto, defendiendo y atacando en bloque.
Los ''pinchas'' parecían más cómodos en el césped del Mineirão que los locales, que abusaron de los pases largos ante las extremas dificultades que encontraron en avanzar por las bandas o por el centro.
El primer susto lo dieron los argentinos, en una jugada de Gastón Fernández, que dejó solo a Mauro Boselli ante la portería, pero éste erró en el remate.
Los brasileños respondieron en un veloz contraataque abortado por el portero Mariano Andújar, que se adelantó por poco a Wellington Paulista cuando preparaba el remate.
Con esa ocasión y otras aproximaciones, el Cruzeiro comenzó a asentarse en el campo contrario, mientras que la formación estudiantil amenazaba con la rapidez de sus contragolpes, que transmitían más sensación de peligro que los previsibles ataques de los brasileños.
El Cruzeiro rondaba más el área, pero estaba apocado, anestesiado, falto de ideas y de recursos como para crear problemas serios al guardameta estudiantil.
Los hombres de ataque de la formación brasileña estaban poco inspirados, así que fue un centrocampista defensivo como Henrique el que asumió la obligación de sorprender.
Nada más comenzar la segunda mitad, Henrique arreó un zapatazo desde muy lejos y consiguió engañar a Mariano Andújar, gracias a la ayuda involuntaria de Leandro Desábato, que rozó el balón lo justo con la rodilla como para desviarlo a gol.
Pero la reacción argentina no se hizo esperar y estuvo capitaneada por el experimentado Verón, que en sus botas nacieron los dos tantos argentinos.
Cinco minutos después de encajar el tanto brasileño, ''La Brujita'' sirvió un pase magistral para Cristian Cellay, que desde la banda derecha envió un centro al área que se coló por entre todos los defensores brasileños y terminó en las botas de ''La Gata'' Fernández y después en las redes.
El empate descompuso a los locales y Estudiantes siguió con la misma determinación que durante todo el partido.
La ''Brujita'' Verón lanzó un córner con rosca, perfecto, y el goleador de la Libertadores con ocho tantos, Mauro Boselli, saltó más que nadie para rematar picado y conseguir el gol del título.
El segundo gol fue un mazazo para los brasileños y le obligó al técnico Adilson Batista a mover el banquillo, dando entrada a Thiago Ribeiro, que dio más agilidad al ataque.
El delantero puso el alma en un puño a la hinchada brasileña al estrellar un balón en el travesaño a cinco minutos del final y al errar un remate instantes después, que podrían haber ahogado la fiesta argentina.