Otra vez la última jornada casi no sirve para nada

La larga Liga de Segunda División (42 jornadas) toca a su fin este fin de semana con once partidos con escaso o nulo atractivo para los aficionados. En la zona alta de la clasificación ya se conocen los tres equipos que subirán a Primera (Tenerife, Xerez y Zaragoza) y falta por saber el campeón del torneo, honor tan poco apreciado en esta categoría que la LFP ni siquiera ha obligado a jugar a estos tres clubes a la misma hora (el Tenerife-Castellón es el único encuentro que se disputará el domingo). Por abajo, Alicante, Eibar y Sevilla Atlético ya han certificado matemáticamente su descenso, que es virtual en el caso del Alavés dado que el conjunto vitoriano tendría que neutralizar una diferencia de 16 goles con Las Palmas en esta última jornada.

También quedan por ventilarse algunos objetivos individuales (Nino y Ewerthon son los máximos goleadores, con 28 dianas, y Cobeño y Bravo están igualados en el apartado de porteros menos goleados), pero, de cualquier forma, son asuntos con escaso poder de atracción para rematar una Liga que va a acabar tres semanas después que la de Primera, con los aficionados más centrados en el porvenir que en el presente de sus respectivos equipos.

La intrascendencia de la última jornada de Segunda no es algo nuevo. Hace dos años sucedió lo mismo, o peor incluso que ahora, porque se conocía hasta el campeón (Valladolid) y los trofeos individuales estaban perfilados. Desde que la Liga creciera en 1997 (de 20 a 22 equipos), y al no variar los cupos desde 1999 (tres equipos suben a Primera División y cuatro bajan a Segunda B), ya se habían resuelto los puestos de ascenso antes de disputarse la última jornada en tres temporadas más (97-98, 2001-02 y 2002-03) y los de descenso en otras dos (2004-05 y 2005-06).