El pasado 28 de marzo un seísmo futbolístico sacudió Camerún. La derrota ante Togo en el partido de clasificación para el Mundial 2010 con un gol de Manolo Adebayor hizo temblar los cimientos de su fútbol. El seleccionador Otto Pfister fue relevado por un staff dirigido por Thomy N'Kono. Los efectos colaterales fueron altercados en las calles de Yaoundé, críticas feroces en los periódicos locales y la salida de la selección de veteranos como Saïdou o Mokaké. Ahora el grupo presenta dos facciones: la primera está liderada por Etoo, Song y Geremi. Se enfrentan a su última oportunidad de acudir a un Mundial, pero si fracasan en el empeño quedarán estigmatizados después de no haber clasificado a la selección tampoco para el pasado Mundial. El otro grupo lo encabezan los pujantes Makoun, Emaná y Efoulou. Ellos reivindican su derecho a pelear por meter a Camerún en un Mundial. El ambiente está enrarecido y se temen inicidentes notables si los Leones Indomables no ganan hoy.

Enfrente Marruecos. El grupo de Roger Lemerre ha aterrizado en Yaoundé sin anunciar su llegada, trabaja en secreto y llega con una expedición compuesta por 22 jugadores y 13 miembros del staff técnico en el que se incluye un cocinero francés. Además, Lemerre no habla para la prensa local. Los norteafricanos llegan acuciados por su derrota ante Gabón y plagados de lesiones (Boussoufa, Adil y Hermach), sanciones (Safri) y deserciones de jugadores que no han viajado como el goleador del Girondins Chamakh o el defensa Ouaddou. El último triunfo marroquí ante los cameruneses data de 1981. Los Leones Indomables se miden a los Leones del Atlas. Y uno de ellos puede salir herido de muerte.