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Liga BBVA | Sporting - Recreativo

En el Molinón, a tres puntos de la gloria

Los aficionados rojiblancos preparan el partido como una final.

<b>ÚLTIMO ESFUERZO. </b>David Barral posa junto a un seguidor sportinguista.
agencia

La gloria o el infierno será el final del partido para un Sporting que se juega la vida ante un Recreativo que se resiste a ser un convidado de piedra en la bajada del telón liguero en El Molinón.

El campo gijonés registrará un ambiente festivo, que será la prolongación de la alegría que se respiraba ayer en Mareo, con medio millar de aficionados, con gaitero incluido, aunque en el vestuario hay consigna de no caer en la euforia, con una postura de respeto máximo a un rival que llega a Gijón en plena crisis provocada por el descenso que consumó la pasada semana.

El Sporting afronta el encuentro ante el Recreativo con el objetivo de sumar tres puntos que le permitan asegurar la permanencia sin tener que depender de otros marcadores. A los rojiblancos le vale hacer lo mismo que Osasuna, pero si los navarros ganan al Real Madrid están obligados a sumar tres puntos, ya que en posibles empates con el Betis o el Getafe certificarían su descenso.

Frenar la ansiedad.

Preciado trata de frenar la ansiedad en sus jugadores, motivada por un ambiente espectacular, algo nunca vista hasta hace poco en el campo gijonés. Ni en la época dorada en la que el Sporting disputó el título de Liga al Real Madrid (1979), jugó dos finales de la Copa del Rey (1981 y 1982) y se familiarizó con la Copa de la UEFA, El Molinón vivió un aspecto similar, con una afición volcada con el equipo. El vestuario da imagen de saber lo que se necesita para evitar el descenso, aunque los artistas que salten al terreno de juego no quieren estar pendiente de lo que pase en otros campos, aunque la referencia de Osasuna será inevitable.

Si en el bando local sobra euforia, en el visitante se ve una imagen desoladora, en la que el incentivo anímico no existe y sólo las primas de los rivales directos del Sporting son un aliciente para medio vestuario. Lucas Alcaraz pide profesionalidad a sus jugadores en el último partido de la Liga, en vísperas de castigos dictados desde el Consejo de Administración, como el regreso en autocar y los entrenamientos que no se sabe cuándo finalizarán.

Aparentemente, el Sporting tiene a su favor todos los factores. Los propios derrochan ilusión, además de una presión abrumadora que acorralará a los que viene de visitantes. Los ajenos mezclan bajas con crisis. Pero faltan 90 minutos en los que está en juego el paso a la gloria o el castañazo hacia el infierno para los jugadores rojiblancos, sin que los recreativistas quieran pasar por meras comparsas, aunque para ellos el partido sea de trámite, salvo la suculenta prima.