Liga BBVA | Espanyol
"Montjuïc estuvo bien... pero nos vamos a casa"
Repasar la 'era Montjuïc' del Espanyol es sinónimo de hablar de Tamudo, el símbolo de estos 12 años de vida. Ha sido el máximo goleador del estadio, quien más ovaciones ha despertado... el capitán, en resumen.
La era del Espanyol en Montjuïc va inevitable e irremediablemente ligada a la carrera de, tal vez, el mejor jugador de la historia del club: Raúl Tamudo. El capitán debutó en Sarrià, donde su padre Paco le llevaba ya de pequeño, pero ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria en el estadio que mañana cerrará sus puertas a los pericos. Tamudo se puede calificar, sin temor a equivocarse, como el jugador bandera de Montju el hombre a quien cualquier aficionado recordará cuando evoque, dentro de un tiempo, los 12 años de la montaña mágica.
"He estado casi del primer al último partido", reconoce el León de Santa Coloma, preguntado ayer por el Estadi Olímpic en Catalunya Ràdio. "Hemos vivido momentos buenos y malos. Ha estado bien, pero ahora nos vamos a casa. Es lo mejor que nos podía pasar", asiente Tamudo, cuya leyenda (máximo goleador y número de partidos en la historia blanquiazul, único capitán que ha levantado dos Copas...) podría quedar eternamente relacionada con Montjuïc si se cumplen los pronósticos que le sitúan fuera del club -en el Panathinaikos, para más señas- este verano. El de mañana, contra el Málaga, sería en tal caso su último partido con el Espanyol.
Pero Tamudo, que exhibe ante este asunto su habitual silenzio stampa, deja entrever que otro futuro es posible. Para él y, sobre todo, para el españolismo entero: "Entiendo que la gente quiera irse de Montjuïc, porque queremos tener una casa donde celebrar nuestros éxitos". Esa gente a la que menciona el delantero es su gente, la que le venera y viceversa: la afición del Espanyol. "No tenían otro estadio, así que han respondido durante estos años a Montjuïc porque siempre han estado a nuestro lado", explica Tamudo sobre la afición perica.
El lacónico "Montjuïc no ha estado mal" encierra, detrás de su humildad, un sinfín de hazañas. En el imaginario colectivo quedará su multitud de dianas, entre los que destacan -por su belleza o trascendencia- el golazo ante el Sevilla de hace un par de temporadas, los dos que marcó al Barça en el primer derbi victorioso en el Olímpic (2001) o el de la salvación contra el Murcia. También todos los penaltis provocados y convertidos, su excelsa pillería y la capacidad de jugar al límite, como cuando forzó la crucial expulsión del portero del Werder, Wiese, en las semifinales de la UEFA. O el homenaje que se le rindió con motivo de sus 100 primeros goles.
Tamudo enlaza pasado y futuro. "Sarrià era especial, tenía encanto. Espero que Cornellà-El Prat sea igual", desea. Está claro que, si se va, al perico le faltará un pedazo de su corazón. Por ejemplo, no podrá cantar un grito que se hizo famoso, cómo no, en Montjuïc: "¡Tamudo, eres cojonudo!".