Juande se despide del Bernabeu con derrota y pitos

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Juande se despide del Bernabeu con derrota y pitos

Juande se despide del Bernabeu con derrota y pitos

La "era Juande" arrancó y concluyó 'de facto' con las dos derrotas ante los blaugrana.

Juande Ramos, técnico del Real Madrid, que con casi total seguridad dejará de serlo al final de esta temporada, se despidió hoy, domingo, del Santiago Bernabeu con una derrota ante el Mallorca (1-3) que provocó los pitos del escaso público asistente.

Poco después de cerrar su periplo inglés, en el Tottenham londinense, Juande -bajo cuya dirección el Sevilla firmó las páginas más brillantes de su historia- se convirtió el pasado 9 de diciembre en el cuadragésimo segundo técnico del Real Madrid, el vigésimo tercero español en los 108 años de historia del club.

Lo hizo en sustitución del alemán Bernd Schuster, último entrenador con el que el Madrid ganó la liga, que fue destituido esa misma jornada, tras haber perdido dos días antes (3-4) -precisamente- ante el Sevilla y manifestar que en esos momentos era "imposible ganar al Barcelona". Cuando el equipo iba quinto, con 26 puntos, a nueve del eterno rival de la Ciudad Condal.

Sin embargo, Schuster -que salió poco antes de que lo hiciese el anterior presidente madridista, Ramón Calderón-, no se equivocó en sus pronósticos. Porque la "era Juande" -que debutó como técnico merengue en un partido de 'Champions' ante el Zenit ruso (3-0), el 10 de diciembre- arrancó y concluyó 'de facto' con las dos derrotas ante los blaugrana.

La primera, la del 2-0 en el Camp Nou, el 13 de diciembre. La otra, aplastante, la que marcó el fin de trayecto del técnico manchego al frente del equipo blanco, en el Bernabeu (2-6) ante posiblemente mejor Barcelona de la historia.

Porque hasta ese momento, Juande, cuya profesionalidad no se cuestiona, mantuvo, al menos, viva la tenue llama de la esperanza en un campeonato que, en condiciones normales, hubieran resuelto a su favor mucho antes los hombres de Pep Guardiola, el técnico revelación del fútbol mundial. Y hasta el día de la superlativa exhibición culé en el Bernabeu, comenzaron a oirse no pocas voces que reclamaban su renovación.

Pero después del 2-6, que confirmó que el título se iría a Barcelona, sus acciones comenzaron a bajar enteros y hace unos días, el estratega de La Mancha dejó entrever que el del Mallorca iba a ser su último partido en un estadio que hoy parecía más pendiente de su sucesor y de los fichajes que pueda hacer Florentino Pérez, de quién nadie duda que se volverá a sentar en el sillón principal del palco de honor merengue. Que ocupó por última vez Vicente Boluda.

Teniendo en cuenta que no había nada en juego en el Bernabeu, que el día fue soleado en la capital de España y que, además, el partido era televisado, el estadio madrileño registró la peor entrada de un curso que dejará al Madrid en ''Champions'', pero que fue más de tulipanes que de rosas en lo deportivo y ciertamente rocambolesco fuera de los terrenos de juego.

Así que el público, que la temporada que viene seguramente no verá de blanco a más de uno de los que jugaron -entre ellos Fabio Cannavaro, que levantó la Copa del Mundo que Italia ganó en Alemania 2006, fue Balón de Oro ese año y se llevó la ovación del día al ser sustituido, en el 55, por Javi García-, se limitó a ver rodar el balón en un partido que no pasará a la historia y que apenas dejó para el festejo local el gol del argentino Gonzalo Higuaín. Porque, además, el Madrid perdió.

Juande cogió el equipo quinto, a nueve del Barsa, y lo dejará el próximo fin de semana en Pamplona en la segunda plaza. En estos momentos, a ocho, que podrán quedarse en cinco, pero que también pueden ser once tras la última jornada. Su Madrid no convencía, pero ganaba. Hasta la hecatombe del 2 de mayo. Fecha de históricos fusilamientos. Desde entonces, no ha vuelto a sumar un punto. Ante el Mallorca, el Madrid completó un mal partido y el escaso público que asistió fluctuó desde los silbidos hasta la ovación de gala que se llevó Cannavaro cuando fue cambiado, pasando por la indiferencia absoluta. En espera de nuevos vientos, muchos abandonaron sus localidades antes del final.

En su periplo merengue, Ramos hizo lo que pudo y da la sensación de que, francamente, poco más pudo haber hecho. Hoy salió del Bernabeu de la misma forma que entró. Con máxima discreción. Sin hacer apenas ruido. Pero entre los silbidos del público.