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LIGA BBVA | Real Madrid 1 - Mallorca 3

Cerrado por reforma

El Mallorca aprovechó la desidia del Madrid para lucirse en el Bernabéu, que asistió a otro partido ruinoso de su equipo. El único motivo de esperanza para la afición es la llegada de un nuevo presidente acompañado de futbolistas de nivel mundial. Cléber Santana firmó uno de los goles más brillantes del campeonato.

<b>DESPEDIDA.</b> Fabio Cannavaro jugó su último partido como jugador del Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
DESPEDIDA. Fabio Cannavaro jugó su último partido como jugador del Real Madrid en el Santiago Bernabéu.AP

El Santiago Bernabéu cerró una temporada convulsa, llena de sobresaltos y de tensiones, y lo hizo con un partido oficial jugado como si fuera un amistoso, sin tensión alguna. No hubo ninguna motivación, nada que invitara a los futbolistas locales a hacer un último esfuerzo por agradar a su afición. Unos saben que su futuro está lejos del Madrid, otros tienen asegurada su continuidad y no tienen nada que demostrar a un entrenador que salvo giro inesperado no va a seguir y a otros parece que les da igual lo que suceda. El resultado fue un encuentro aburrido, que volvió a irritar al madridismo por el comportamiento del equipo, que sigue en racha y ya suma cuatro derrotas consecutivas. Lo mejor fueron los golazos de Cléber Santana y de Keita, en especial el primero, una maravilla que estuvo muy por encima del nivel del partido. Una joya que nadie debería perderse. El Mallorca, que tan bien dirige Goyo Manzano, dejó una gran imagen y aprovechó la desidia del Madrid para lucirse en el Bernabéu. El Mallorca fue el único equipo que quiso jugar, el que puso el mínimo de dignidad y profesionalidad exigibles.

Qué diferencia con la visita de hace dos años del Mallorca, cuando el Madrid ganó la Liga después de una remontada imposible. Aquella vez se cerró la temporada con un fin de fiesta emocionante. Ahora, el Bernabéu, y todo el club, porque la crisis va más allá del césped, aparece cerrado por reforma.

Podría haberle dado algo de emoción a la noche Juande Ramos si se hubiera decidido a dar minutos a algún joven de la cantera o a los menos habituales. Prefirió despedirse del Bernabéu con los de siempre, con muchos de los que protagonizaron esa impresionante racha de victorias y que alimentaron durante semanas el sueño de ganar la Liga. Hasta que el Barcelona se pasó por el Bernabéu para dejar a todos en evidencia.

Se despidió Fabio Cannavaro, un futbolista de simpatía arrolladora, pero central sobrevalorado y que no llegó a Madrid para ofrecer los mejores años de su carrera precisamente. Se lleva dos Ligas y una Supercopa de España y la ovación que le regaló el Bernabéu cuando en el minuto 55 fue sustituido por Javi García, que volvió a actuar de central y mal, como siempre que lo hace en esa posición. Y en su despedida ofreció su peor gesto, cuando al final del partido regaló su camiseta a los ultras. Impresentable. Apurará los últimos momentos de su carrera en la Juventus. Pues que bien.

Mantuvo Juande su vicio de sustituir a Huntelaar, un delantero que no le gusta y que hace ya demasiadas semanas que no sabe lo que es marcar un gol. Pero el holandés no lo hizo peor que otros, como Raúl. Uno es el futuro y otro el pasado. Y Juande, en el Madrid, siempre ha preferido entregarse al pasado. El puesto de Huntelaar lo ocupó Parejo, que con Juande ha vivido sentado en lo más profundo del banquillo.

El hierático técnico manchego sí tuvo tiempo de hacer el guiño cómico de la noche cuando ordenó que calentara al orondo Faubert, quizá para evitar que se volviera a dormir en el banquillo. Claro que la broma no le hizo ninguna gracia al público, que reprobó con una pitada el comportamiento que ha tenido el francés durante su estancia en el club.

Completó la broma Juande dando entrada a Drenthe por Marcelo, que abandonó el campo con problemas físicos. Le faltó al técnico juntar en el campo a Drenthe y a Faubert para que intentaran la catapulta infernal que se veía en 'Oliver y Benji'. Aquello eran dibujos animados, pero esto es mucho más serio. Es el Real Madrid, pero suenan a broma algunas cosas de las que se han vivido esta temporada, como parece cómico que determinados futbolistas vistan esta camiseta.

No es uno de ellos el argentino Higuaín, que representa mejor que nadie el futuro al que debe agarrarse este club. Sumó un nuevo tanto, y ya lleva 21, al adelantarse de cabeza a sus marcadores en una falta sacada por Van der Vaart. El holandés no volvió a dar señales de vida en el resto del choque y sí se mostró alguna vez más Higuaín, que tuvo oportunidad de firmar el segundo en un mano a mano que falló ante Moyá. Pecó de egoísta y prefirió culminar él la jugada en lugar de ceder el balón a Robben, que le acompañaba a su lado. Se lo recriminó el holandés. Vamos, lo mismo que llevan haciendo sus compañeros con él toda la temporada.

Antes había empatado Arango, después de recibir la pelota de Aduriz y batir con maestría a Casillas. Lo poco que existió del Madrid desapareció en esa acción y de ahí al final sólo existió el Mallorca, el único equipo que quiso disputar el partido.

Lo mejor de la noche llegó en la segunda parte, cuando a falta de media hora Cléber Santana firmó un golazo memorable, que culminó con una vaselina después de regatear a Van der Vaart, Lass, Marcelo y Javi García. Bien es cierto que ninguno hizo mucho por detenerle, pero no se le puede negar el mérito al brasileño.

Completó el marcador con otro gol excelente Keita, que había sustituido poco antes a Aduriz. Faltaban 20 minutos para el final, pero el Madrid había bajado el cierre mucho antes. Exactamente el 2 de mayo, cuando perdió contra el Barcelona.