Última estación, Albacete

Dicen en Albacete que miran con buenos ojos no perder esta tarde. Que el empate apetece ante el riesgo de pinchar y quedarse sin sumar. Tres cuartos de lo mismo pasa en la Unión Deportiva, empeñada en complicar su permanencia con decepciones intolerables (caer en casa ante un Alicante moribundo admite pocos debates). Entre hambres y hartazgos se deduce que habrá armisticio, que no amaño. Se repite, por tanto, visita bajo anestesia general al Carlos Belmonte, como el año pasado, cuando la comparecencia estuvo marcada con los suplentes y nadie metió la pierna. Salvando las distancias, conviene ahora también la cortesía mutua porque, de salir un perdedor de este pulso, el impacto puede ser devastador. En la tabla y también en el ecosistema. Fundamentalmente, en el de Las Palmas. Abrasado Vidales, imaginar otra semana marcada por sonrojos y recesos sería del todo insoportable. Por tanto, hay obligaciones empíricas: jugar con decencia, sudar la camiseta a la altura que exige el escudo y darle a la afición motivos para creer en algo. Lo que se adivinaba hace bien poco como una jornada tibia a mitad de mayo cobra, por las negligencias propias, una dimensión mayor. Sin excusas.

A la espera de tiempos mejores, Las Palmas no se puede permitir el lujo de continuar penando y el examen de hoy computa en puntos y crédito. Demasiados futbolistas bajo sospecha como para acrecentar sombras y dedos acusatorios. Es la cara menos amable del fútbol, cuando no acompaña nada e imperan temblores y vértigos. Vidales y su gente saben que cargan con una responsabilidad que no es menor y deben aplicarse evitando coartadas. Que demasiadas ya se acumulan.

Las bajas de última hora obligarán a mover fichas. Entra Amaral, según anuncio del técnico. El brasileño no continuará en el club a partir de junio y tiene la fecha de caducidad puesta en la frente, lo que añade exotismo a la apuesta de Vidales. Tampoco hay para más porque la enfermería está repleta. Será Amaral uno de los atractivos de una Unión Deportiva con ansias de regresar con las maletas llenas de puntos. Lo hizo hace bien poco en Vigo. Y hoy, toca repetir. Porque sí.