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Liga BBVA | Mallorca 2 - Barcelona 1

La obsesión Etoo propicia una caída

Marcó uno, pero falló muchos, incluido un penalti

Fabián Ortiz
<b>PASILLO. </b>Samuel Etoo encabeza la alineación del Barça, que desfila entre el pasillo mallorquinista. Los blaugrana llegaron como campeones de Liga y Copa del Rey.
reportaje gráfico: rodolfo molina

No es bueno obsesionarse con nada. Lo sabe cualquiera que haya perdido el sueño por un amor, una meta difícil, un examen exigente o cualquier otro motivo. Y debería saberlo Samuel Etoo, obsesionado con el gol y arropado por todo su equipo en la tarde de ayer, ante el Mallorca. Debería saberlo porque hace cuatro años, en una situación casi calcada de la actual, se dejó el Pichichi y la Bota de Oro precisamente por exigirse y exigirle al grupo un esfuerzo extra, desmesurado, antinatural.

La obsesión de Etoo por marcar goles costó ayer una caída, la cuarta en esta Liga triunfal, al Barcelona de Pep Guardiola. Hizo el primero, en una gentileza conjunta de Bojan (autor del centro) y la pareja central del Mallorca, pero luego falló no menos de cuatro, incluido un penalti en el minuto 94. Suma 29 goles el africano, pero percibir la silueta de Diego Forlán en el retrovisor (el mismo Forlán que se quedó con aquellos trofeos en 2005) lo está poniendo nervioso, lo está convirtiendo en fallón.

Individuo.

Etoo fue el mojón visible en el área del Mallorca. El Barça de ayer, un combinado de titulares, suplentes y jóvenes del filial (debutaron Xavi Torres y Thiago Alcántara, el hijo de Mazinho), lo buscó casi como única referencia ofensiva. Olvidaron todos que el fútbol hace grandes a los individuos cuando funciona como colectivo. Etoo hizo ayer de individuo en el sentido de los seres abstraídos de los demás. Y en su obsesión perdió como individuo y como miembro del conjunto. La otra guerra individual, la de Víctor Valdés en pos de su segundo Zamora, esa ya está ganada.

Marcado por un tinte como de pretemporada, sin tensión competitiva, el partido tuvo a Moyà como figura, ganador de los mano a mano con Etoo. El Mallorca se limitó a aplaudir a su portero y a esperar que el fondo blaugrana, con la inédita pareja central Cáceres-Abidal, diera alguna ventaja. El primer regalo fue de Oier, quinto portero del Barça, que se comió el libre directo de Arango. Y el segundo, sí, del juego aéreo, cuando Cleber remató de cabeza un centro de Jurado. Luego tuvo Etoo su penalti, que tiró a un poste, por culpa de su obsesión goleadora.