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El reportaje | La noche que el Buitre dijo adiós y voló sobre el Bernabéu

"Esa foto retrata el adiós a una carrera que jamás soñé"

El paseo por la vida madridista de Butragueño se detuvo en su estación de jugador la noche del 15 de junio del 95, cuando un abarrotado Bernabéu le despidió a lo grande. Sus compañeros le mantearon y el Buitre pasó del estadio a los libros de leyendas.

Damián González
Emilio Butragueño
jesús rubio

Emilio Butragueño dijo adiós "y voló", como tituló el 15 de junio del 95 el AS de la época en portada con esa imagen que quedó para la leyenda de un mito del madridismo. Fue el homenaje que el Madrid y un Bernabéu a reventar rindió al jugador que dio nombre a la 'Quinta del Buitre'. La magia lo envolvió todo en un amistoso ante la Roma, a la que se ganó 4-0 con dos asistencias y un gol de penalti del ídolo que se iba para terminar sus años como profesional en el Celaya de México. No ha cambiado mucho el Buitre, que sigue con su pausada manera de conversar y físicamente fino a sus 46 años (le sigue funcionando el yoga, a lo que parece); diría incluso que en condiciones de volver a hipnotizar a los defensas enemigos con esa parada tan suya en el área, el freno y ¡hale hop!, de repente la aceleración letal de su arrancada, la hipnosis:

"Sí que fue especial ese último día que jugué con esta camiseta en el Bernabéu. Volviendo en el tiempo, yo no había soñado en absoluto que algún día me iban a hacer esa foto, es la verdad. Es una imagen que retrata y resume mi carrera. Y poder despedirme del Bernabéu de esta manera convirtió esa noche en una de las principales de mi vida".

Fue algo grande, con el público coreando su nombre y sus compañeros manteándole en el centro del templo...

"Me estaba despidiendo del público y llamé a mis compañeros, no me parecía bien que estuviera allí solo; ellos vinieron y lo que pasa en estos casos, decidieron juguetear un poco. Yo soy algo vergonzoso, ahí en ese instante no pensaba en nada pero sí sentía reparo, tampoco quería llamar mucho la atención aunque era inevitable. Mis compañeros fueron muy cariñosos y me ayudaron a pasarlo todo de la manera más emocionante posible. Además, en ese momento el estadio se oscureció, se apagaron las luces, la gente encendió los mecheros y bastante tenía yo con estar tranquilo. Bueno, estuve tranquilo y contento porque el club tuvo un gran detalle permitiéndome ese adiós tan maravilloso del Bernabéu".

Broma a don Emilio.

El saque de honor lo hizo su padre, don Emilio, del que los periodistas siempre hemos valorado su educación, su talante humano, un CABALLERO de los pies a la cabeza:

"Mi padre ha sido una persona muy influyente y un gran ejemplo, lo ha vivido todo con una gran pasión, pero pasión correcta, siempre ha sabido estar. Y yo sabía que le iba a hacer mucha ilusión. Recuerdo que hasta le gasté una broma porque cuando se acercaba al centro del campo pisando la hierba, que estaba algo húmeda, le dije: 'Papá, no se te ocurra resbalarte ahora'. Él se enteró de que iba a hacer el saque cuando acudieron a recogerle en el palco, era una sorpresa. En alguna foto se le ve con cara de susto... Va a hacer 85 años en noviembre y está estupendo, está magnífico. Él siempre fue discreto, es un tipo que sabe relacionarse con la gente y estar en su sitio".Emilio tiene palabras de reconocimiento para mucha gente, para sus compañeros de vestuario pero, sobre todo, para dos personajes:

"Ese día se cerró el mejor capítulo posible de mi vida, que es jugar al fútbol, y se abrió otro porque desde ese momento ya perteneces al pasado. El público, por lo general, recuerda casi todo lo bueno que te pasó cuando fuiste jugador. Cuando uno se retira, el aficionado tiende a ser muy bondadoso... En ese instante pasas a formar parte de la historia del club, del estadio pasas a los libros. Y te acuerdas de mucha gente, por ejemplo de Mendoza. Él y yo tuvimos una relación muy especial, era un hombre muy apasionado, muy cariñoso, que manejó todo aquello no sólo por el lado profesional sino por el afectivo. Era nuestro presidente pero en ocasiones, la verdad, fue nuestro amigo. Me ayudó mucho".

Y agradecimiento especial de Butragueño para el número uno, para don Alfredo:

"La generosidad del destino hizo que fuese el jugador más grande de la historia del club el que nos diese la oportunidad de jugar en el Madrid. Don Alfredo representa un punto de inflexión en la historia, él instaló en el club los valores que nos han hecho diferentes y en el tema personal, sin él nosotros no hubiéramos salido adelante. Él tuvo el coraje suficiente para ponernos en mitad de temporada, algo inusual, y también para mantenernos. Todos nosotros, la Quinta, le debemos todo a Di Stéfano".

Han pasado los años pero Butragueño aún recuerda lo que él mismo califica como sus dos grandes frustraciones:

"En medio de años inolvidables, hubo dos partidos muy dolorosos. Con la Selección cuando nos eliminó Bélgica en los penaltis en el Mundial de México, porque veníamos de la gran tarde de Querétaro con Dinamarca y estábamos ante unas semifinales contra la Argentina de un Maradona en su esplendor. Aquello me provocó una tristeza tremenda. Y en el Madrid, claro, la semifinal que perdimos con el PSV tras empatar a uno en el Bernabéu y a cero allí cuando, francamente, nos merecíamos ser campeones ese año. Sí, ese fue el día más triste de toda mi carrera y de muchos compañeros como Santillana, Camacho... Ellos se lo merecían más que nadie".

Inevitable preguntarle por la situación institucional del Madrid actual, con Florentino ya a la vista y con un Barcelona que ha comido terreno en este tramo de la historia:

La situación del club.

"El Madrid necesita en primer lugar un poco de calma. A ver, las distancias ahora existen, pero al Barcelona actual si le quitáramos (por lo que sea) a Messi, Xavi e Iniesta estaríamos todos de acuerdo en que sería un equipo distinto, inferior. Si en el Madrid incorporamos tres o cuatro jugadores de gran talla internacional, probablemente también sería otro equipo distinto. La cuestión es acertar. En cualquier caso, el Madrid como club lo que primero necesita es tranquilidad institucional que no ha tenido en los últimos cuatro años. Desde que Florentino decidió renunciar, dimitir, esto ha sido una montaña rusa. Ha sido muy difícil poner en marcha un buen proyecto, una estrategia a medio plazo. Vamos a ver qué pasa y si hay alguien más que Florentino. En el supuesto de que sea él solo, el madridista sabe que es un hombre que tiene mucha capacidad, que es inteligente y capaz de acertar con una estrategia a medio plazo para que el Madrid regrese al lugar que históricamente siempre le ha correspondido".

La familia sigue ocupando centro preferente, esencial, en la vida de Butragueño:

"En mi casa no hay muchas fotos, el que entra no sabe que ahí vive un ex jugador de fútbol... Mis hijos han crecido sin saber exactamente el grado de popularidad de su padre. Natalia tiene 15 años, Emilio 13 y Raquel 7, y tenemos anécdotas curiosísimas con ellos. Cuando vivimos un año en Los Ángeles, relativamente cerca de Disneylandia, una vez que fuimos un mexicano me reconoció y se acercó a pedirme un autógrafo. Lo hizo en una especie de cuadernillo que utilizan los niños para que les firmen los personajes. Natalia se sorprendió y le preguntó a su madre: "Oye, mamá, ¿por qué firma papá ahí, es que es tan famoso como Mickey Mouse?".

Otra generación blanca.

Hay más anécdotas y Emilio sonríe y disfruta contándolas:

"Cuando regresé a Madrid me incorporé al CSD como asesor del Secretario de Estado y cuando Florentino ganó las elecciones del Madrid en 2000, me llamó Valdano para incorporarme. Esa semana salí mucho en la Prensa, mi hijo se llama como yo, Emilio, y paseando una tarde de repente dos señoras se giran y dicen: 'Mira, es Emilio Butragueño'. Mi hijo me miró y me preguntó: 'oye papá, ¿esas señoras de qué me conocen?'. Je, je... Nunca les dijimos nada hasta que en el colegio los compañeros les decían, 'mirad son los hijos de Butragueño'. Así que Natalia no pudo más: 'Pero a ver mamá, quién es papá?'. Y Sonia, mi mujer, se lo explicó ya. Ellos han crecido con Raúl, con Zidane, con Beckham...".