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Copa del Rey - Final | Athletic - Barcelona

Mestalla reúne hoy a los dos Reyes de Copas

Yeste saldrá por la derecha. Keita jugará por el lesionado Iniesta.

<b>ENDIKA, EL HÉROE DEL TÍTULO DEL 84. </b> Endika firmó el triunfo del Athletic sobre el Barcelona en el año 1984. Desde entonces está en la historiadel club bilbaíno y hoy espera que algún nombre más se añada a la lista de héroes del Athletic.

Lo que hoy se dirime nació hace 107 años, cuando muchos consideraban al fútbol el "extravagante sport". Fue entonces, un día de San Isidro, cuando el Vizcaya, fusión del Athletic y del Bilbao FC, se enfrentó en la final al opulento Fútbol Club Barcelona de Hans Gamper, que contaba, dicen, con 37 suplentes. El torneo, llamado "concurso de Madrid", se enmarcaba en los festejos por la coronación de Alfonso XIII y ponía en juego una copa elegante, más una joya que un trofeo. Ganó el Athletic por 2-1 y la crónica del Heraldo del Sport atendió más a los alrededores que a las tácticas: "El público fue tan numeroso que era poco menos que imposible transitar por los aledaños del campo, por la afluencia de coches, automóviles y caballos. Excusado es decir que el bello sexo dominaba en todos los sentidos de la palabra".

Quien piense que estas son historias de bisabuelos, se equivoca: el perfil de aquella copa estará cosido esta noche en las camisetas del Athletic, que todavía reclama que ese título 'protomonárquico' se sume a las 23 Copas que le reconoce el palmarés oficial. La reivindicación adquiere una importancia trascendental, pues de admitirse el galardón, Barça y Athletic empatarían a 24 títulos y se disputarían, a partir de las 22:00 horas, el honorífico título de Rey de Copas.

El partido es un monumento y que el Athletic, reivindicación incluida, lo ha planteado como un cita con la historia, 25 años después de su último título. Y el entusiasmo ha sido contagioso. En torno a este desafío deportivo se ha desatado una feliz conjura social, que ha movilizado a los seguidores de toda España. Agotadas las autocaravanas en Vizcaya, se esperan 35.000 aficionados en Valencia, diez mil sin entrada.

Para el Barça es distinto. El partido pone a prueba una hegemonía futbolística y casi moral. La Copa viene después y es la primera pieza de un tridente mitológico. Ni siquiera la ausencia de Iniesta afecta a su favoritismo. Nadie cree relevante el golpe del Villarreal y poco importa, parece, la fatiga, la acumulación de batallas. Se valoran más hechos. El Athletic de Caparrós sólo le ha arrancado al Barça un empate en dos temporadas. Y las apuestas ya forman parte de la estadística: la victoria del Barça sólo se paga 1,49 a 1, mientras el triunfo rojiblanco ofrece 5,5 euros por cada uno jugado.

Visto que el Athletic sólo parte con ventaja en la pasión, su partido debe ser un remedo del que jugó contra el Sevilla en semifinales. Tras caer en el Pizjuán (2-1), los rojiblancos barrieron a un enemigo (3-0) con más argumentos técnicos. Esta vez no estará San Mamés, pero permanecen Caparrós y Llorente, el espíritu y la espada. Con ellos, un equipo que tiene, y esa es la paradoja, más fútbol que furia.

Caparrós apostará por su once de gala, con una variante: Yeste podría moverse por la derecha para evitar a Alves y favorecer su disparo con la zurda. Por la izquierda jugaría Susaeta y más al centro Toquero tiene la misión de impedir la creación de Xavi. Lo demás será un rugido. En el Barça, Guardiola apostará por los 'hombres' de la Copa, Pinto y Bojan. Sylvinho relevará a Abidal y en el centro del campo Keita suplirá a Iniesta. Se ganará músculo a cambio de una pérdida insustituible de fútbol.

Hay antecedentes cercanos de víctimas que resultaron verdugos. En 2002, el Depor protagonizó el Centenariazo y en 2004 el Zaragoza ganó al Madrid en condiciones similares. En ambas citas, la concentración y el interés fueron más determinantes que el talento.

El partido es eterno. Hace 107 años La Vanguardia publicó una breve nota sobre aquella primera final: "Los bandos Vizcaya y Barcelona se disputaron la copa de plata luchando todos con verdadero entusiasmo. El hipódromo se vio muy concurrido y entre el público notábase la presencia de distinguidas damas". Nada ha cambiado en un siglo.