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Los lunes del Asador Donostiarra | Marcelino

"El Zaragoza acusó el golpe pero tenemos el ascenso en la mano"

Marcelino pasa revista al añito en el infierno de Segunda de un club histórico y grande, el Zaragoza, al que le costó arrancar pero que con trabajo y método ha sabido superar el golpe de un descenso traumático. El técnico ve con optimismo el tramo final.

Damián González
Marcelino García Toral

Transmite durante toda la conversación Marcelino García Toral (Careñes, Asturias, 14 de agosto de 1965) sensaciones de sensatez, filosofía balompédica racional, conocimiento de su trabajo y legítima ambición profesional, la de uno de esos entrenadores de la nueva camada joven que está elevando aún más el nivel de los banquillos nacionales. Hablamos con un asturiano de pro, de sólo 43 años, centrocampista en el Sporting surgido de la siempre admirable cantera de Mareo y entrenador que va escalando peldaños año a año desde que arrancara en el Lealtad de Villaviciosa, gran tierra de sidra, sí señor:

"Confieso que cada semana lo primero que miro es cómo han quedado los otros tres equipos a los que ya he entrenado, por supuesto mi Sporting de siempre, el Recreativo de Huelva en el que encontré un cariño enorme, y el Racing de Santander, con el que disfruté de una temporada extraordinaria en todos los sentidos. Es curioso, y a veces me pongo a pensar en ello, en que ahora nos encontramos con la posibilidad de que el Real Zaragoza pueda volver a Primera, la categoría que por historia, grandeza y afición es su sitio natural sin asomo de dudas, pero que de ser así nuestra plaza en Segunda desgraciadamente pueda ser para alguno de ellos, aunque esto es el fútbol".

Marcelino tuvo ofertas de varios equipos de Primera, pero finalmente aceptó la proposición del Zaragoza, un contrato de dos años que explica así con evidente realismo:

"En su momento se nos presentó un plan muy atractivo. Se trataba de superar las dificultades de un golpe tan duro como fue el descenso de categoría de un equipo que había sido construido para algo grande en la élite, conseguir el ascenso y a partir de ahí relanzar al club con una propuesta interesante y legítimamente ambiciosa. Lo que pasa... en fin, lo que pasa es que tú tienes un plan y luego el mercado te lo rompe, te obliga a cambiarlo por otro digamos que con menos recursos económicos. Hay que saber entenderlo y adaptarse a las necesidades reales, aunque el objetivo no ha cambiado para este cuerpo técnico: un año para subir aunque sea sufriendo y otro para disfrutar ya en Primera".

La planificación.

No le sorprendió, pero Marcelino volvió a sufrir ese monumental error conceptual del tardío cierre de mercado del fútbol español, que lleva a muchos a comenzar incluso la temporada sin tener cerrada la plantilla, ni en las entradas ni en las salidas. Un problema aún mayor para un descendido que debe ajustar su presupuesto porque inevitablemente el Zaragoza ha pasado de cerca de 70 millones de euros a algo más de 40:

"A ver, hasta cierto punto es lógico que haya futbolistas que no quieran firmar por un equipo de Segunda, aunque sea de la historia y el prestigio del Zaragoza. No entro en la situación económica del club, pero aquí se cobra todos los días 28 de cada mes. Y también es normal que la entidad se vea obligada a desprenderse de algunos de sus principales activos para paliar los efectos negativos de un descenso. Sí que hay la sensación de que se trabaja en el vacío casi mes y medio. De hecho, la pretemporada fue muy complicada y hasta comenzamos con jugadores que aún no habían salido traspasados y cerrando la plantilla poco a poco, a partir de los once que permanecieron del año anterior. Está mal planteado, esto es así, pero es un mal general. A mí me gustan las plantillas no muy amplias, de dos por puesto, pero al final nos quedamos algo cortos y vamos echando mano de chicos de la cantera para los entrenamientos y las convocatorias".

Se pone reflexivo y muy serio Marcelino para explicar con profundidad argumental las causas del difícil arranque del equipo en Segunda, algo inesperado porque al Zaragoza todo el mundo le veía como favorito claro y los rivales como el gran enemigo a batir, el gallito de la categoría, fiesta mayor cuando llegaba:

El gran trauma.

"Bajar generó una frustración enorme no sólo en la afición, a la que le costó digerirlo, sino también en los futbolistas. La verdad es que la plantilla, en general, tardó en superar ese trauma. En los tres primeros partidos de Liga sólo sacamos dos de los nueve puntos y, además, fuimos eliminados a primeros de septiembre por la Real Sociedad en la Copa, un torneo muy arraigado en el equipo, en la ciudad y en los seguidores. Ciñéndonos al aspecto exclusivamente futbolístico, al de la responsabilidad de este cuerpo técnico y de los jugadores, empezamos discontinuos, muy irregulares: de repente enlazábamos quince o veinte minutos buenísimos y con goles, pero luego nos veníamos abajo en concentración e intensidad y o nos empataban o nos acababan superando, sobre todo fuera de casa. Y nos empataban 'a doses' y hasta a 'treses' (terminología gallego-asturiana que le sale a borbotones a Marcelino). Aunque luego cogimos onda en seguida y nunca nos hemos descolgado de los puestos de cabeza, lo cierto es que el arranque fue difícil y todos nos tuvimos que readaptar.".

En la búsqueda de esa identidad, cabe suponer que con críticas generalizadas en el entorno del equipo, pudieron entrarle algunas dudas razonables, seguir o no seguir:

"No, soy un cabezón y nunca pensé en tirar la toalla. Ahora creo que estamos más fuertes en todos los aspectos, somos un equipo diferente. Podríamos resumirlo en una frase real: el Zaragoza acusó el golpe, paró el mazazo del descenso y supo levantarse y ahora tiene (tenemos todos) el ascenso en la mano. Y se siente de nuevo ese apoyo e identificación de los aficionados, es importante porque su papel va a resultar decisivo".Menos broncas.

Habla Marcelino de que todos tuvieron que realizar un ejercicio de readaptación casi mental, y él también, ¿igual con menos mano dura?:

"A mí no se me olvida nunca de dónde vengo. Y suelo decir que mano dura, la justa. Se trata de convencer al jugador de que el método de trabajo es el adecuado. Quizá al principio sí que hubo un excesivo desgaste nuestro con la plantilla, si entendemos por broncas que incidíamos mucho en lo que se hacía mal para corregirlo. Y hubo un momento en que el que variamos haciendo más hincapié en los aspectos positivos. El futbolista se dio cuenta de que era necesario mejorar el nivel competitivo, que debía motivarse en ambientes extraños para él como campos que no se regaban o menos cuidados que los de Primera, o ante aficiones y equipos rivales que, en efecto, nos esperaban como el gigante de la categoría. En Segunda hay artimañas que no se utilizan ya en Primera... Pero como la plantilla es maja y está comprometida, entre todos fuimos encontrando esos alicientes emocionales extras. Sin el rearme moral en todos los sentidos, igual no habríamos soportado tan bien la gran pasión que hubo en el partido del otro día en Huesca, fue un derbi de armas tomar".

Una plantilla "corta pero maja y profesional", según su máximo responsable. Y en la que aparecen jóvenes con gran talento como Ander Herrera:

"Es un chico con una proyección envidiable, hijo del secretario técnico Pedro Herrera. Nació en Bilbao, pero desde pequeñito vive en Zaragoza, se ha formado en las categorías inferiores y es un zaragocista por los cuatro costados".

Llegado este punto, Pedro Luis Ferrer recuerda con legítimo orgullo que este chico se destapó también en el torneo de Brunete, en concreto el de 2001. Momento oportuno en el que Marcelino valora la identificación de los canteranos para solidificar proyectos grandes, y pone como ejemplo al actual Barcelona:

"Los entrenadores tenemos una importancia relativa, se trata de ser coherentes e intentar repartir minutos con equidad, explicar ideas y tener el trato adecuado para convencer a la plantilla de que ése es el camino. Los sistemas tácticos son números, están bien, pero casi todos son válidos o no en función del equilibrio y de la organización que se tenga en ataque y a la hora del repliegue defensivo. El Barcelona es un ejemplo en todas esas direcciones, se ve, se huele que no sólo tiene jugadores de gran calidad sino que hay una metodología y un patrón de juego muy claro. Salvo Alves y en los últimos meses Piqué, que ha crecido una barbaridad aunque siempre apuntó que sería un magnífico central, el resto de titulares son los del año pasado. Eso sí, tras una limpia que ellos creyeron oportuno hacer supongo que porque conocían detalles de comportamiento dentro y fuera del campo de todos sus jugadores".

Incide el asturiano en otro aspecto para él básico:

"Valdés, Puyol y sus dos 'enanos' geniales, Xavi e Iniesta, son ganadores, se les ve. Y están identificados con el club y con Guardiola. Cuando un técnico se gana el apoyo del grupo principal de un vestuario, todo va a ir mejor. Porque el grupo de peso aborta los problemas, corta de raíz los brotes polémicos de la plantilla y hasta los que incluso pueda generar el cuerpo técnico".

Volvemos al apasionante tramo final de la Liga de Segunda, con tres plazas de ascenso en juego y con las suspicacias anuales que se generan siempre en la hora decisiva:

"Si hablamos de maletines que puedan aparecer, a mí no me váis a sorprender, porque ya sé que los va a haber. Ha pasado siempre, ya cuento con eso. No sé si es una manera o no de corregir un llamemos inevitable defecto del sistema, que a veces también conduce en los partidos finales a jugar partidos intrascendentes para algunos equipos con sus objetivos ya cubiertos para bien o para mal, y a los que se incentiva para mantener su intensidad competitiva... De los árbitros, sinceramente, no me gusta hablar para provocar algún tipo de beneficio o para cortar perjuicios a mi equipo, pero sí que ha habido un momento en que he tenido que saltar. Fue tras el partido con el Tenerife, en el que con empate a un gol nos anularon un gol legal. Y hablé por rabia, porque este tipo de errores (y admito que, naturalmente, otros nos han podido beneficiar a lo largo del campeonato) se ha repetido contra equipos rivales nuestros en la pelea por el ascenso. Pasó con el Rayo, con el Hércules... Todos nos jugamos mucho y tenemos los mismos derechos, pero llegó el punto en el que tuve que decir que el Zaragoza también".