¿Cómo va su ojo?

Mejor, aunque me sigue doliendo. En la parte superior, por dentro, siento molestias, es evidente.

¿Se disculpó Perea?

Cuando salió del estadio, pasó con su coche, bajó la ventanilla y me habló.

¿Y qué le dijo?

Que iba a jugar el balón, que sentía mucho haberme dado el golpe. Y ya está. Me encendí aún más y le recriminé. ¿Cómo puede decir que iba a disputar el esférico? Si iba por el suelo y me golpea el rostro. ¡Ya está bien, hombre! Piensan que con dos palabras todo se olvida y eso no esa así.

¿No le perdona?

Usted sabe que soy buena gente, que entiendo cuando uno se equivoca, nada más faltaría, pero se pasó tres pueblos. Un golpe mal dado en la cabeza puede acabar con la vida de uno. Pero hubo más, no se crea.

¿Ah, sí?

Me retó en vernos en el futuro en un campo de fútbol y que me daría aún más fuerte.

¿Y se asustó?

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