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Liga BBVA | Atlético 3 - Espanyol 2

Forlán firma un milagro heroico

Al descanso, el Espanyol ganaba 0-2 contra diez El Atleti reaccionó con furia El uruguayo marcó el 3-2 en el 93? Los de Abel se aferran a la Champions

<b>PLETÓRICO. </b> Forlán celebra eufórico con Camacho, Kun y Domínguez el tercer gol del Atlético tras conseguir el triunfo después de ir 0-2 en el marcador.
PLETÓRICO. Forlán celebra eufórico con Camacho, Kun y Domínguez el tercer gol del Atlético tras conseguir el triunfo después de ir 0-2 en el marcador.

Fue una reconciliación de comedia romántica algo babosa: inesperada, trabajada, enrevesada, feliz y emocionante. Demasiado emocionante para la vida real, diría uno. Pero, claro, con el Atleti el límite entre realidad y ficción, ciencia fi cción más bien, es difuso. El mismo equipo especialista en maniobras de escapismo cuando menos se espera es capaz de obrar milagros tan hermosos como el de ayer, con los mismos que fueron acusados de mercenario corriendo como si llevaran las rayas rojas y blancas tatuadas en el pecho. Bueno, y luego está Forlán. Palabras mayores.

Durante gran parte del tiempo que, ofi cialmente, estaba con diez, el Atleti jugaba en realidad con doce porque el uruguayo estaba en todas partes. Cuando nadie daba un euro por un equipo que perdía 0-2 y había acabado la primera parte desquiciado, el rubio se inventó su enésimo zurdazo imparable desde fuera del área para devolver la fe a un estadio al borde del ateísmo futbolístico. Y cuando el empate parecía inamovible y él exhausto por un esfuerzo exagerado, Forlán tiró un último desmarque magistral para culminar la remontada, la reconciliación delirante y poner la Champions de nuevo a tiro. El futbolista es fabuloso, el profesional insuperable y el ídolo absoluto. Mientras los acontecimientos se sucedían a su alrededor a un ritmo vertiginoso, el Espanyol mantenía la calma porque siempre se vio superior: al principio, futbolísticamente; después, en el número y en el marcador. Pero se pasó de tranquilo, se olvidó de dónde estaba y acabó siendo arrollado. Hasta el descanso nada hacía presagiar semejante desenlace.

Los de Pochettino salieron luciendo su recuperada elegancia. Agarraron el balón y lo jugaron con el criterio que garantiza contar con De la Peña. Sin alardes, Tamudo se encontró dos veces con ventaja para encarar a Leo, pero Perea se cruzó a tiempo y, en uno de esos sprints, el capitán perico acabó lesionado. El Atleti tardó en centrarse y, cuando parecía lograrlo, Mateu Lahoz y Perea se encargaron de devolverle al psiquiátrico. Lo primero, me gustaría que el lateral colombiano me explicase dónde demonios iba con el codo sacado a esa altura, la del pómulo de Chica, concretamente. Porque aunque no fue agresión, fue temerario y dañino, así que la expulsión es defendible. No lo es la actitud del árbitro, que no señaló ni falta y medio minuto después, cuando vio la sangre, sacó la roja ante la estupefacción general. Así son ellos. El Atleti encajó fatal el golpe y se quedó groggy, cosa que aprovechó de miedo el Espanyol. Primero, Iván Alonso le sacó un penalti a Pernía, que transformó Nené. Y a los dos minutos, Jarque se encontró un balón en la enésima falta mal defendida y marcó con el muslo casi sin querer. De remate, el árbitro obvió un penalti a Kun y el descanso sonó a marcha fúnebre para los locales.

Reacción.

Pero al vestuario entraron diez zombis y de él salieron diez toros. Al Espanyol le cogió por sorpresa la embestida y al cuarto de hora la cosa iba 2-2. Primero llegó el fogonazo de Forlán y el empate fue una doble redención. La de Pernía, el humillado Mariano del día del Sporting, que culminó con un buen centro-chut una noche en la que no se escondió jamás y multiplicó su acierto. Y la de Kun, al que muchos parecen empeñados en discutir su compromiso y ayer dio un ejemplo de esfuerzo culminado con el gol. Quedaba media hora y el Atleti ya estaba en la reserva. Pero el Espanyol vio media salvación en ese punto y se puso a guardar la ropa, pese a que en cada contra sembraba el pánico. Los rojiblancos adelantaron la defensa de manera casi suicida, pero Callejón se empeñó en meterse en fueras de juego innecesarios, Luis García estaba gris, Iván Alonso erró un control que era gol y Nené se encontró con un linier precipitado en el último ataque perico. El Atleti iba e iba, pero parecía imposible que llegase. Hasta que Forlán encontró un ápice de fuerza, Simao una lucidez impropia del momento y llegó la locura. Queda lo mejor. El domingo, fi nal por la Champions: Atleti-Valencia. No falten. En el Calderón, todo es posible.