El fútbol se pone picante

Tras una larga espera, El Alcoraz acoge hoy el partido del año para toda Huesca. Llega el vecino rico, un Zaragoza que no quiere tomarse el duelo como una simple riña y que aspira a seguir haciendo la cuenta de tres en tres para no caerse del tren de cabeza de nuevo. Para los oscenses, el asunto se mira desde otra perspectiva. Con la permanencia prácticamente amarrada en el bolsillo, la ambición pasa por darse el gustazo de ver al Zaragoza en su estadio, en Segunda, 58 años después. Y ganarle, claro, como ya hiciera en 1951 en el único precedente que existe entre ambos con estos condicionantes (2-0).

Sin embargo, las ilusiones se disipan sobre el plano de la realidad. La inercia del Huesca se valora en dos puntos de los últimos 18; la del Zaragoza, en 22 de los últimos 30. Pese a ello, en un derbi no vale contraponer seis jornadas sin ganar ante diez sin perder. Más si se tiene en cuenta que lo primero que miró Huesca al conocerse el calendario fue la fecha de la visita del Zaragoza. Y ante eso no hay primas que valgan, digan lo que digan por ahí. No hay que olvidar que el Huesca estuvo cerca de hacer saltar por los aires La Romareda en la ida antes de que Ewerthon arreglara el entuerto.

Balas de plata. Esta vez, el brasileño tendrá que conformarse con ver el inicio del duelo desde el banco. Marcelino dará galones a Ander de nuevo. El chaval no suma demasiados partidos en el primer equipo, pero no hay que explicarle la importancia y exigencia de este derbi. Más si cabe cuando lleva el cinto cargado de balas de plata. Calderón también dispone de un buen arsenal e irá con todo alineando a dos puntas. Todo vale con tal de ganarle al vecino, aunque uno lo necesite mucho más que el otro.