El portero Miguel Ángel Moyá ha lanzado un aviso a navegantes dirigido a la planta noble de Son Moix de cara al mercado de fichajes. El portero asume que el Mallorca quizá necesite traspasarle para cubrir presupuesto, cosa que no ocurrió la pasada temporada ante la oferta del Valencia.

Moyá cree que el club no se ha portado bien con él porque no se ajusta lo que pidió por su traspaso (ocho millones) y lo que le paga de ficha: "No sé si es injusto o no (que no le traspasaran). Se trata de medir hasta qué punto valoramos a Moyá por un precio para no dejarle salir y ver por qué precio le valoramos por tenerle aquí. Se trata de buscar el término medio. No se obró de forma coherente pero eso es pasado, espero que este año si se diera el caso no se repitiera".

El meta mallorquín admitió no saber nada nuevo. "No he vuelto a hablar con el club de este tema, no lo hemos abordado aún". Y sobre si fue un error que el club no le traspasara, afirmó: "A veces en el mundo del fútbol hay partes descompensadas, y aquí sin duda la parte descompensada fui yo. La evidencia y los hechos me han dado la razón, pero hubo que pasar página, porque si insistes y te dura todo el año no creo que después puedas sacar lo mejor de ti mismo. Ojalá que esa puerta que se cerró haya servido para que se abra una mejor".

Una vez analizada su situación en el club, Moyá pide que el partido y el final de Liga cobren protagonismo y pone un símil: "He oído que el Real Madrid, a pesar de perder la Liga, quieren dar lo mejor porque su camiseta pesa mucho y tienen que defenderla en los partidos que quedan. Pues la del Mallorca no pesa menos. Hay objetivos bonitos. Está complicado llegar a UEFA, pero hay que dejar la imagen del club y de la plantilla lo más alta posible".

"Volví a sentirme futbolista"

Medio año después de lesionarse en el Vicente Calderón, Moyá ha vuelto a sentirse futbolista, como dice él. El motivo fue la ovación que le tributó la grada de Son Moix el pasado domingo cuando calentó en un lance del encuentro frente al Getafe, con Lux tocado en el suelo. "En el momento de oír al público fue un subidón de adrenalina. Me hizo sentir orgulloso y emocionado. Después de cinco meses en la grada, el hecho de estar en el banquillo ya te hace verlo diferente. Me volví a sentir futbolista de nuevo".