El rodillo azulgrana se atasca en Mestalla

Liga BBVA | Valencia 2 - Barcelona 2

El rodillo azulgrana se atasca en Mestalla

El rodillo azulgrana se atasca en Mestalla

Alberto Iranzo

El Valencia cortó la racha de siete victorias consecutivas del Barcelona y otorga al Real Madrid la oportunidad de recortar distancias con el líder en su partido ante el Sevilla. Ninguno de los dos mereció perder. Muñiz Fernández anuló una jugada por un inexistente fuera de juego de Villa que acabó en penalti de Puyol sobre el asturiano. Messi adelantó al conjunto culé, Maduro y Pablo Hernández voltearon el marcador y Henry empató en los últimos minutos.

Examen complicado para el Barcelona antes de su visita al Bernabéu. El conjunto culé llegaba a Mestalla con la intención de sumar su octava victoria consecutiva y saltar uno de los escollos más difíciles en el camino hacia el título de Liga. En el horizonte, el partido de Champions ante el Chelsea, posible motivo de distracción para los azulgranas. Guardiola reservó de inicio a Márquez, Touré y Henry. Ante ellos, un Valencia enrachado que sumaba cinco victorias consecutivas y que tenía entre ceja y ceja arrebatarle el tercer puesto al Sevilla. Mestalla volvía a depositar todas sus esperanzas en el mágico tridente che (Villa, Silva y Mata) que ha hecho levantar el vuelo al equipo en las últimas jornadas. Albelda, Fernandes y Joaquín eran bajas en el conjunto local.

Con un ambiente de gala, el partido comenzó con los dos conjuntos lanzados a por la victoria con un ritmo de juego acelerado, pero los ataques acababan en la zaga local y visitante. El Valencia, consciente de la importancia de los tres puntos, ejercía una presión desmesurada sobre todas las líneas azulgranas para compensar la mayor calidad del rival y su saber hacer con el balón en los pies. La intención de los de Emery era clara: lograr que el Barcelona tuviese la menor posesión posible y aprovechar la velocidad de sus atacantes a la contra, cosa que no permitía el conjunto catalán, sabedor de que ese es uno de los pilares de su juego. A pesar del dominio visitante, el Valencia no se desordenó y siguió con su perfecta colocación sobre el césped.

Los dos primeros acercamientos con peligro de gol del partido fueron para Messi y Villa, ambos con la misma mala fortuna. Poco a poco el conjunto local fue logrando su objetivo. Su presión y su rapidez con el balón trastocó los planes de un Barcelona que llegó a estar maniatado durante algunos minutos. Esto fue así hasta que apareció en escena el menudo Iniesta. El canterano culé sirvió de apoyo a Messi en una pared dentro del área de César para que el argentino inaugurase el marcador con facilidad mediado el primer acto. El tanto recibido arrugó el guión de Emery y tiró por tierra las órdenes recibidas por los jugadores locales para frenar a la apisonadora azulgrana.

La polémica no tardó en instalarse en el graderío valencianista tras un claro penalti de Puyol sobre Villa que no señaló Muñiz Fernández por un previo fuera de juego inexistente del delantero asturiano. Los jugadores blanquinegros reaccionaron tras la jugada e imprimieron aún más rapidez y fuerza a su juego, lo que le llevó a visitar el área rival con cierto peligro. El Barcelona no mostraba la comodidad habitual que caracteriza su juego y sus llegadas al área brillaban por su ausencia. Al borde del descanso, Silva avisó con un remate que despejó a córner Valdés con dificultades. Tras el saque de esquina, Puyol estorbó al meta azulgrana en el despeje y Maduro marcó casi sin querer. Lo que nadie imaginaba era que, tan sólo dos minutos después, Mata y Pablo Hernández imitarían a Iniesta y Messi en el primer gol del encuentro. El castellonense acabó subiendo el segundo al marcador con un disparo cruzado que no alcanzó Valdés.

Increible, pero cierto. El Valencia volteó el marcador en tres minutos. Tras el pitido que mandaba a los jugadores a la caseta, las caras de circunstancias de los jugadores azulgranas contrastaban con la fiesta que se había instalado en Mestalla. El dominio de la posesión y la superioridad en el centro del campo del Barcelona no servían para tumbar a los de Emery. Se antojaba clave el planteamiento del técnico local para el segundo acto. La del Barcelona estaba clara, por necesidad y por estilo.

El Barcelona, a tumba abierta

Como era previsible, el Barcelona saltó de nuevo al césped dispuesto a arreglar lo antes posible el roto que le ocasionó el Valencia en un visto y no visto. Los de Guardiola salieron a tumba abierta, lanzados al ataque, mientras que el Valencia centró todos sus esfuerzos en frenar el arreón de los de Guardiola. Se volvía a repetir la misma historia de la primera mitad. El Barcelona tenía el balón e intentaba hacer su fútbol y el Valencia intentaba ahogar a su rival a base de presión. La diferencia respecto a los primeros cuarenta y cinco minutos radicaba en que el Valencia no era capaz de dar más de tres toques seguidos con el esférico en los pies, lo que multiplicaba el peligro culé.

A pesar de poner todo de su parte, el líder no era capaz de poner en apuros a César. Era el momento de mover fichas. Guardiola retiró a Keita para dar entrada a la única pieza que faltaba sobre el césped de su demoledor tridente, Henry. El francés estuvo cerca de lograr el empate con un disparo desde la frontal del área que despejó con acierto César. El Valencia se decidió a contrarrestar la superioridad barcelonista, en cuanto a fútbol y calidad, a base de fuerza, coraje y casta sumados a algún contragolpe con peligro.

Guardiola decidió echar el resto retirando a uno de los pilares fundamentales del juego de su equipo, Xavi Hernández, para dar entrada a otro delantero, Gudjohnsen. Las ideas de uno y otro conjunto estaban claras. Los visitantes querían rescatar, al menos, un punto del feudo che, mientras que el Valencia renunciaba definitivamente al ataque y se encerró atrás con la única intención de conservar el marcador. La actitud de los de Emery no era la adecuada ante un conjunto del calibre del Barcelona, lo que quedó refrendado a falta de cuatro minutos para el final con el empate de Henry tras un mal despeje de César.

El Barcelona ve cortada su racha de siete victorias consecutivas y da la posibilidad a su único perseguidor, el Real Madrid, de recortar la distancia entre ambos a cuatro puntos justo antes del gran clásico del dos de mayo. El partido que disputará el equipo blanco en el Sanchez Pizjuán ante el Sevilla se antoja la llave para que los blancos puedan asaltar el liderato en las cinco jornadas que restan para el final del campeonato liguero. El Valencia continuará peleando el tercer puesto al Sevilla para acceder directamente a Liga de Campeones. Hay Liga.