Liga BBVA | Recreativo 0 - Real Madrid 1
La victoria de siempre
Un gol de Marcelo acabó con el Recre. Camuñas, el mejor de los locales. Partido muy trabajado del equipo de Juande. La persecución continúa.
El Real Madrid podría registrar este tipo de victorias y cobrar derechos de autor. Triunfos por un gol, ahorro de medios, ausencia de adornos. Minimalismo, en definitiva. El equipo se acomoda al rival o se deja incomodar por él, como si entendiera de mal gusto exhibirse o tomar la palabra. Después, instalado el tuteo, el Madrid sorprende con un fogonazo, uno solo a ser posible, suficiente para cegar al rival que no creyó lo que le decían, ni sumó los puntos, ni entendió la racha.
Así volvió a ganar al Madrid, con un pum. Y ya no puede ser casualidad. Debe tratarse de una estrategia que mina la moral del Barça desde los argumentos contrarios. Como juego es cuestionable, pero como tormento es impecable.
De entrada, novedades. Poco antes de comenzar se supo que Marcelo jugaría en el lateral izquierdo en sustitución del lesionado Heinze. No fue una anécdota. La primera consecuencia es que mejoró el juego del Madrid porque, con Robben por la derecha, Marcelo dio utilidad a la banda zurda y subió en cuanto tuvo ocasión. La simple ocupación de los flancos hizo al equipo mucho más sensato, pero no solventó todos los problemas. Durante demasiados minutos se echó en falta un centrocampista que tomara el relevo a Gago y Lass en el último tercio del campo. No lo hubo. Otras veces, como en Gijón, Raúl desempeñó ese papel con cierto éxito, pero Juande no ha insistido en la idea. El hecho es que la concentración de cuatro atacantes transforma la amable compañía en confusa multitud. Huntelaar acabó tristemente sustituido en el minuto 63 e Higuaín pasó extrañamente inadvertido.
Control.
Por lo que respecta al Recreativo, decir que mereció matrícula de honor en aseo y puntualidad, las asignaturas de la voluntad. Alcaraz controló cuanto estuvo en su mano y previó todas las contingencias comunes: orden legionario para cerrar espacios, ayudas para taponar a Robben y faltas para interrumpir las contras del Madrid.
En ese plan Camuñas ejerció de agente libre y se movió con la autoridad de los buenos del recreo. Suya fue la primera ocasión del partido, un tiro alto, y de sus ideas participaron los mejores ataques.
El partido no se rompió hasta que marcó Marcelo. Hasta entonces el Recreativo mantuvo el pulso y se puede afirmar que sufrió tanto como hizo sufrir. Robben, aunque previsible, finalizó con disparo la mayor parte de sus diagonales y el Recreativo respondió al acoso con avances de Camuñas o Sisi, que nunca encontraron la colaboración necesaria de Colunga. Bastante tuvo el delantero con sobrevivir a Cannavaro y Pepe, gladiadores con tridente y lanza.
Tras el descanso, cambió el mundo. Gago trazó un pase en profundidad a Marcelo, de los que no acostumbra, y su compañero, agradecido, rajó primero la espalda del defensa y superó luego, tan sonriente, la salida de Riesgo.
Entre los méritos de Juande quedará haber recuperado la autoestima de Marcelo, un futbolista que estuvo tan señalado como el extinto Drenthe, o casi. Su reciclaje como atacante le ha devuelto la confianza hasta el punto de que ya no le aturde jugar de lateral. Muchas veces sentirse valorado es la única diferencia entre lo mediocre y lo notable. Prueben.
Remate.
El Recreativo, como tantos otros rivales, no estaba preparado para esos goles con sordina que marca el Madrid. Podrá decir, en su descargo, que la jugada no aparecía en el temario, que allí debía estar Heinze y que ayer no se esperaban lo pases Guti. Pero si por algo se distingue el perseguidor es por sus mil formas de rematar los partidos que se repiten. Siempre acude alguien, siempre cree alguien.
El Recreativo se adelantó diez metros y el Madrid se apoderó por completo del encuentro. Si no marcó más goles se debe a que Robben, muy activo, no ajustó el punto de mira. Es desconcertante este futbolista. Tiene todo para enamorar, la zurda, el regate y la velocidad, y sin embargo nos suele dejar una felicidad incompleta. Es fácil decir que siempre le falta un pase y le sobra un regate, pero tal vez falle algo en sus maneras, en sus fugas y sus celebraciones, en su modo de agachar la cabeza e ignorarnos.
El caso es que Riesgo salvó la noche rechazando los balonazos de Robben mientras su equipo se embarcaba en una aventura imposible, con las líneas rotas y el Madrid al acecho. Pese a todo, el Recre disfrutó de la oportunidad que concede el destino a quienes no se rinden. En el tiempo añadido, el turco Martin se inventó un remate fantástico e insospechado para alguien de su talla y expediente. Sólo le falló el balón, que fue realista y salió alto.
Al concluir el partido, nadie se sorprendió demasiado. El Madrid había vuelto a hacerlo y la conciencia de lo inevitable eleva tanto a los que ganan como a los que pierden. Sólo falta por conocer el efecto en el Barcelona.