Liga BBVA | Sporting 2 - Valencia 3
Mata festejó el último
El idilio Sporting-Villa lo zanjó el tanto de un oviedista.
En toda historia de amor hay un anti-héroe empeñado en estropear la película. Y si de sportinguismo hablamos, ese papel sólo lo podía desempeñar un oviedista y el que ayer estaba en el campo, Juan Mata, terminó con la fiesta rojiblanca y el homenaje a Villa. Si el Guaje llevaba una semana declarando su amor eterno, Mata ya había dejado claro que no compartía idilio y que le hacía especial ilusión marcar dados sus orígenes. La grada de El Molinón lo barruntaba, le pitaba cuando entraba en acción porque se olía que Mata aparece poco pero lo hace para matar y así fue. En el 88', venganza oviedista y el Valencia en Champions.
La emoción por el regreso de Villa duró hasta que arrancó el choque, con el Guaje algo despistado pero profesional como demostró al transformar el penalti del 1-2. Antes, el Sporting fue mejor, mereció más en la primera mitad pero le faltó pegada. Todo lo contrario que al Valencia, que en la primera y única que tuvo hizo gol. Y fue así porque Silva sacó su magia para transformar el juego directo (pelotazo de Maduro y balón bajado por Villa) en un gran tanto. Es lo que tienen los genios, validan cualquier sistema e iluminan el mal juego. Así, los chés seguían viviendo de su tridente letal y no es casualidad la autoría de los tres goles de ayer.
Pese al revés, el Sporting reaccionó con un penalti dudoso sobre Carmelo que transformó Barral, un botín que no fueron capaces de mantener. Sastre derribó a Mata y llegó el momento de la verdad para Villa, que no erró y pidió perdón. Perdón después de hacer el 1-2, claro. El panorama había mejorado para los visitantes con la entrada de Baraja que ponía fin al experimento de Emery, que insiste en Míchel como organizador y el chaval aún no está para eso. Camacho y el Míchel local habían dominado la medular hasta la entrada del Pipo y, precisamente en un envío del Míchel rojiblanco nació la nueva igualada asturiana. Albiol, que sigue sufriendo en el lateral, erró y Diego Castro sirvió para el cabezazo de Bilic, que hacía justicia y mostraba la endeblez de la zaga ché.
Y ahí se abrió otro partido. Estaba por ver quién daba un paso al frente y fue el Sporting el que fue a la carga. La tuvo Barral, antes Villa en un regalo de Sastre, y al final los rojiblancos buscando el 3-2 encajaron el 2-3 al regalarle una contra a Silva. Hubo polémica porque reclamaron falta de Baraja a José Ángel en el inicio, pero quizás hubo más ingenuidad local que injusticia arbitral. Fernández Borbalán levantó más ruido que perjuicio, pues antes pudo haber penalti a Silva y el gol de Bilic rozó el fuera de juego. Injusto sería darle al colegiado el papel de protagonista cuando éste correspondió a Mata, oviedista en tierra enemiga y conquistador de la zona Champions.