Ferguson ya planea su adiós el año que viene

Sir Alex dejó de hablar de su retiro hace siete años. Aquel año indicó que lo dejaría y el estado del terror implantado en el Manchester United se relajó. Decidió iniciar una nueva dinastía en el club que le llevó al doblete del año pasado. Los que crean que la descripción de 'estado del terror' es exagerada deberían preguntar a jugadores que han sido cogidos de las orejas o a otros que han esquivado tazas de té lanzadas por el escocés. Pero su talento va más allá de las explosiones de ira en los vestuarios o del 'secador de pelo' que dejó mudos a docenas de futbolistas y marcada la cara de Beckham. Ferguson es, con Capello, el mejor entrenador en activo y quizá uno de los mejores de la historia

Glasgow.

Alex Ferguson es hijo de estibadores. El puerto de Glasgow, donde trabajó con su padre, fue su escuela de la vida. Y su frustrada carrera como delantero, el impulso que le llevó a triunfar como entrenador. Fue Jack Stein el que le recomendó al St. Mirren donde construyó su primera plantilla de éxito (mezcla de cantera, disciplina y fichajes experimentados, además de cultivar un sentimiento de paranoia), hasta su despido en 1978. En el Aberdeen acabó con el dominio de los dos grandes: ganó tres Ligas, cuatro Copas y una Recopa al Madrid en el 1983. En el 86 fichó por el United. Casi fue despedido tras caer 5-1 con el City, pero finalmente el primer triunfo llegó esa misma temporada en Copa, cuatro años después de su llegada y la primera liga, con Cantona al mando, seis años tras su aterrizaje en un club gobernado por la cerveza y la indisciplina. Ahí nació el dominio del United que ganó desde entonces diez Premiers, cinco Copas y dos Copas de Europa. Dos más y superará al Liverpool, su verdadero rival, en el palmarés.

Sólo acude al entrenamiento el viernes

A Ferguson no se le ve por el campo de entrenamiento durante la semana. Ahí radica su éxito. Va los viernes a analizar la semana y decidir la alineación. Así crea una distancia con sus pupilos y un aura que le precede. Con la Prensa aplica mano dura y despotismo. Ha llamado 'gay' a un periodista que le preguntó algo que no le gustó ("Sé a los bares gays a los que vas", le espetó), ha dejado de hablar con la BBC tras un documental que sugería que su hijo cobraba comisiones ilegales y es el único técnico de la Premier que no da ruedas de prensa post partido.