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Liga Adelante | Tenerife 1- Albacete 1

El Tenerife se desquicia

No supo sobreponerse a un penalti injusto y decisivo

Manoj Daswani
Actualizado a
<b>EMPUJE SIN PREMIO. </b>Ángel, que tuvo minutos en la segunda mitad, remata en posición acrobática entre Verza y Trotta.
EMPUJE SIN PREMIO. Ángel, que tuvo minutos en la segunda mitad, remata en posición acrobática entre Verza y Trotta.miguel barreto / acan

La jornada del sábado y los tropiezos en cascada de los rivales directos pusieron alerta al Tenerife sobre la importancia de su partido. Ya era trascendente de por sí la visita del Albacete, de puertas adentro interpretada bajo la necesidad imperiosa de ahuyentar fantasmas y minimizar los efectos de la baja doliente de Aragoneses. No había cicatrizado esta herida el tropiezo de Alicante, siete días atrás, así que se hacía urgente la reaparición de la mejor versión blanquiazul ante compromiso tan difícil y exigente. No tenía su adversario el lustre de otros que antes sucumbieron en Santa Cruz, pero exhibió argumentos para opositar a cotas mayores.

La relevancia del choque, además, vino aparejada ayer de una oportunidad única de cazar al líder. A sabiendas de poder conseguirlo no quiso demoras ni dobleces el Tenerife, al que en días como éste apenas pueda reprochársele nada. Fue impecable su actitud y encomiable su puesta en escena; lo que falló, esta vez, fue el resultado. Posiblemente sucediera que se estrellaron las ansias del equipo blanquiazul con uno de los rivales que más y mejor supo jugarle. Resultó deslumbrante del Albacete su derroche físico y su solidez. Su planteamiento, una obra de ingeniería de Juan Ignacio Martínez, fue sin duda la clave de un tropiezo del representativo que empezó a fraguarse justo cuando los blanquiazules marcaron. El caramelo de conseguir el primer gol, que se presumía clave, duró apenas unos segundos en boca de los locales, y ahí se les atragantó el partido, la opción de ser líderes, el rival y todo lo que les vino por delante. Y sobre todo, el árbitro. Lamentable protagonista por señalar un penalti injusto y que dio vida al Albacete, arregló Hevia Obras posiblemente el único desliz manchego, un agujero en la defensa que antes aprovechó Alfaro para volver a marcar.

No fue un envite falto de ocasiones, más bien lo contrario. Las hubo para el Tenerife, que se hartó a fallar; y también para su adversario, detenido en la primera mitad por un notable Luis García y en la segunda por lo que fue un acoso del rival en toda regla. Desbocado salió el equipo de Oltra para cerrar el partido, pero de nuevo le pudo la ansiedad. Atrabancado, no tuvo lucidez para alumbrar las innumerables alternativas ofensivas que otras veces fueron letales. Multiplicados sus efectivos en la punta de lanza por los cambios de Oltra, no trajeron las permutas nada de clarividencia, ni orden, ni goles. Nervioso el equipo y contagiada su afición, quedó retratado el bloque de Oltra como un aspirante desesperado, pero vivo. Ésa, sin duda, es la mejor noticia.

El Tenerife, que se supo superior, se perdió ayer en el camino hasta demostrarlo.