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El reportaje | Fotos con leyenda

"El Manchester se quedó alucinado, pero no por la nieve"

El Athletic cedió a AS esta imagen de Elorza en 1957 en el partido más impactante del Athletic en Copa de Europa. Los leones endosaron un 5-3 al United de Duncan Edwards, que perecería un año después junto a otros compañeros en accidente aéreo.

<b>HISTÓRICOS. </b>Artetxe, Etura y Uribe son tres de los seis leones de aquella gesta que aún viven.
juan flor

El Athletic ha escrito bellísimas historias en San Mamés. La última, hace una semana ante el Sevilla, que desbordó la pasión de un público acostumbrado antaño a grandes gestas. Así que viene al caso referirse al infierno que vivió el Manchester United en La Catedral el 16 de enero de 1957. Infierno en el doble sentido, por la intensa nevada que presidió el choque y porque aquellos leones de Daucik metieron cinco goles a un equipo llamado a ser poco menos que imbatible de la mano de aquel joven genio llamado Duncan Edwards, que chocó una vez con Mauri y éste salió rebotado por encima de la valla. Un año más tarde, el futbolista más admirado por Bobby Charlton fallecería a consecuencia de las heridas de un trágico accidente aéreo en Múnich junto a seis de los compañeros que perdieron 5-3 en La Catedral. El United se resarció en la vuelta con un 3-0, aprovechando que Artetxe tenía fiebre y Carmelo se lesionaba en la media parte.

Para recordar los pormenores de la victoria europea más espectacular del Athletic en casa, reunimos en Bilbao a tres de los seis leones que aún viven para contarlo: Ignacio Uribe, Manolo Etura y José Luis Artetxe (padre de nuestro compañero que escribe las crónicas del equipo bilbaíno en AS). Fue una tertulia enriquecedora, en la que el conocimiento rojiblanco de nuestro director, Alfredo Relaño, dejó impactado al trío. La cita sirvió, además, para que Uribe descubriese un dato importante: el gol que se le adjudicaba en la web del club a Marcaida en el minuto 28 le corresponde a él. Hizo el 1-0 y el 2-0, Marcaida el 3-0, Merodio el 4-2 y Artetxe el 5-2. Taylor, Viollet y Whelan marcaron para los ingleses. El último, un jugadón que dejó enmudecido al público, se resolvió con un zapatazo a la escuadra.

Manolo Etura guarda como oro en paño en su cabeza una frase del mítico Matts Busby, quien relevaría al técnico del United, Tom Curry, tras el siniestro:

"Etura es el mejor 'stopper' de Europa", dijo el célebre míster entonces. Etura sólo alardea de ello, de ser de Sestao, para él la capital del mundo, y de un detalle fanfarrón:

"Haberle quitado el puesto a Garay. Le sacamos una pasta al Barça, hicimos una tribuna y nos quedamos con el bueno. Al menos, me subieron 25.000 pesetas de ficha, aunque estuve 14 años sin firmar".

Artetxe y Uribe asienten con la cabeza sobre el valor deportivo del sestaoarra, a la vez que ensalzan su calidad humana diciendo de él que es la mejor persona del universo. Lo que más lamenta es que el año pasado le dejó para siempre Marcaida, su compañero y amigo del alma. Justo, precisamente, en la víspera de visitar el Athletic el Bernabéu, en la ida de esta Liga.

Limpio al corte, aún maldice aquellas espinilleras que pesaban como tejas. Sorprende a todos al decir que por cada patada que recibía le salían varias canas en la pierna. Hubo risas porque mantiene el pelo negro. "Manolo, que te has teñido", le bromean sus compañeros. "¡Que no, que no!", responde. Lo dejamos en empate.

Ignacio Uribe, cuyo padre jugó en el Real Madrid y fue tentado en su día por los blancos, marcó los dos primeros goles de aquella mágica tarde, en la que nevó, nevó y aún parece seguir nevando. Hasta el punto de que el árbitro, Albert Dusch, tuvo que tirar dos veces la moneda al aire, porque se hundía en el barro. Gaínza ganó el sorteo y pidió cambio de campos.

Empezó la avalancha rojiblanca, con San Mamés rompiéndose las manos a aplaudir, las gargantas afinadas y el público menos preocupado del temporal que del temible Manchester. Uribe recuerda:

"Nadie creía que les íbamos a ganar, ni nuestra afición. Les sorprendimos con una salida en tromba, para el minuto 3 íbamos 1-0. En realidad, ellos se quedaron más alucinados por nuestro juego que por la propia nieve, hacía un frío que pelaba, pero los dos equipos entramos en calor rápido, la grada impedía quedarse quieto".

Uribe jugó 211 partidos con el Athletic, pero le faltó uno, el de vuelta en Maine Road. Todavía le quita el sueño haberse perdido ese espectáculo, ayudar a los once leones a capear aquel vendaval futbolístico alentado desde los alaridos de los seguidores británicos:

"Me rompí el menisco ante el Deportivo y no pude salir al campo. Daucik tuvo el detalle de llevarme como premio al banquillo, pero allí las pasé canutas. Me acuerdo de la ocasión que tuvo Maguregui, quien me sustituyó aquella tarde. Nos ganaron 3-0, pero si no se llega a lastimar Carmelo con 1-0... ¡Y claro, no se podía cambiar al portero!".

Gran goleador. José Luis Artetxe, todo ironía, es menos romántico. Está en los altares de la historia del club. Ganó como sus dos compañeros de tertulia tres Copas y una Liga, y se mantiene como décimo goleador de todos los tiempos (133 tantos jugando como extremo). Trata de restar trascendencia a sus figuras como emblemáticos futbolistas y admite que el partido de vuelta fue un baño inglés:

"Jugué con 38 y medio de fiebre, y aquellos nos pasaban por todos los lados. Edwards, Collman, Taylor... Eran muy buenos, realmente buenos".

Artetxe, que marcó el quinto gol en la ida con un soberbio cabezazo, recuerda que su par en el campo sabía algo de castellano y admite que por momentos notó que pasaron un mal rato en La Catedral. Por aquel entonces, no había referencias sobre el rival. Ni el Manchester conocía al Athletic ni al revés. No existía tecnología para espiar a los rivales, los viajes eran de órdago y tampoco vivían de aquello obsesos al estilo Rafa Benítez.

Y eso que lo más parecido a los meticulosos técnicos de ahora era su entrenador, el checo Daucik, que se inició en el Slovan de Bratislava y pasó por el Barcelona antes de aterrizar en Bilbao. Etura intercede:

"Era un enfermo del fútbol, aunque creo que no conocía ni a Edwards".

Uribe cree que la clave de su éxito como míster era su habilidad para convencer al equipo de que era capaz de cualquier cosa:

"Lo maravilloso de él era su optimismo. Nos decía a ver por qué no le íbamos a ganar al Madrid, daba una moral tremenda".

De aquel 5-3 se extrae la conclusión de que el United pecó de soberbia, del desconocimiento de que enfrente tendría a un buen equipo, que entraba por los costados con estilo, con Artetxe y el Gamo de Dublín, Gaínza. Los leones no tenían fama de cocos pese a haber noqueado en la primera ronda al Oporto de Jaburu (el delantero que por su tez negra dio el apodo a Iñaki Sáez) y al todopoderoso Honved de Puskas, Czibor y Kocsis.

La vuelta ante los húngaros se jugó en Amberes (3-3). Al habla Artetxe:

"El Honved era mucho más equipo que el Manchester. Lo que pasa que en aquel partido, Czibor terminó de portero".

Lo recuerdan como queriendo restar importancia a su hazaña. Y es que no tienen el ego que deberían por sus trofeos. El singular extremo de Algorta metió en su maleta la pelota del partido ante el Honved para una causa benéfica:

"Se la regalé a un cura y sacaron 23.000 pesetas en una rifa".

Interrumpe Etura para desvelar que él tiene en su casa un despertador que les regaló el Manchester en el partido de vuelta. Le asalta Uribe:

"¡No tendrás el mío! No recuerdo haber visto ese despertador jamás. Encima será bonito. Yo lo que me llevé de aquella eliminatoria son los dos golitos y la cena que tuvimos en la ida con toda la expedición inglesa tras el partido".

Hablando del frío, el defensa recuerda que no se concentraron para dormir en la víspera, les sorprendió la nevada:

"Después del partido, me tuve que ir a toda prisa en tren a Sestao, que entonces se tardaba un buen rato, y coger un abrigo para la cena oficial".

Toca charlar sobre Carmelo Cedrún, quien en el partido de ida encajó un primer gol de los de parar, aunque el barro puso San Mamés difícil. Que se lo pregunten a Wood, que recibió cinco en la otra portería. Son inevitables las comparaciones con José Ángel Iribar y se llega a la conclusión de que hubo hueco para los dos en la historia. El relevo fue más natural de lo que pareció en la época. Etura desvela lo primero que hacía Carmelo en los viajes:

"Preguntar a los camareros del hotel a ver si sabían por dónde tiraba los penaltis el especialista del equipo rival".

Hay recuerdos para los otros leones en vida, Merodio y el bromista Mauri. También, cómo no, para el capitán Gaínza, Marcaida y los defensas Orúe, Garay y Canito:

"Los secretos de aquel Athletic eran la unidad, el buen ambiente, el amor a los colores. Después de cada entrenamiento nos íbamos todos a tomar unas cervezas y comer cacahuetes. Eso y que nos ponían las pilas todos los jueves con un partidillo contra los mejores jugadores de la provincia. Allí no se dormía nadie".

Con ese espíritu que describe Etura, el Athletic se comió una tarde de copos blancos al United. Ganó una batalla, aunque no la guerra. Lucharemos para que jamás se olvide. En Inglaterra, los libros del Manchester aún la recuerdan.

Rojo I puso la guinda a la tertulia

La comida-tertulia se desarrolló en el bilbaíno restaurante Rogelio, horas antes de que el Athletic noquease de manera fulminante al Sevilla. Como ya es conocido en la villa, se trata de uno de los foros rojiblancos más habituales. Así que allí estaba el gran Rojo I, que tuvo el detalle de entrar a saludar a los protagonistas y retratarse con ellos. En otro apartado de la estancia, comieron los no convocados por Caparrós.