Liga BBVA | Sevilla 2 - Almería 1
El poder de Kanouté
Palop se exhibió con Uche. Negredo marcó de penalti.
Su fútbol es gigantesco; su eficacia, mortal; su calidad, un cofre maravilloso; su implicación, un tesoro que lo hace aún más grande. El poder de Kanouté sostuvo al Sevilla un día más. Da igual que llueva, que haga frío, que se trate de un amistoso o de una final. Aparece cuando hay que deslizarse por la alfombra roja o en el fango.
El malí se apoderó de un partido feo, que tuvo la incertidumbre que quiso darle el Sevilla. Hizo el primer gol, regaló el segundo (en fuera de juego) a Renato, acudió a organizar cuando el partido se torció y acabó defendiendo a Crusat en un córner en el último minuto. A él le pertenece la victoria. Con mención especial también para Palop, que enterró al Almería cuando quiso sacar la cabeza.
Porque sin hacer prácticamente nada, el equipo de Hugo Sánchez disfrutó de varios momentos para meterse en el encuentro. La primera parte la depositó en una bolsa y la tiró a la basura. Nada más arrancar, Romaric lanzó un buen centro que Pellerano se tragó y Kanouté, cómo no, marcó. El Almería demostró por qué sus números a domicilio son desastrosos. Comenzó débil en defensa, la presión arriba era de mentira y no había noticias de Negredo, aislado. Los primeros 45 minutos se le esfumaron sin pisar el área de Palop. Decepcionante. Mientras, el Sevilla se movía entre la fuerza de Kanouté, bostezos y apariciones de Romaric y Perotti. Jiménez les dio libertad a los dos. El costamarfileño se implicó. Sus ganas salvan sus evidentes carencias. Ahora mismo está a años luz de Renato, que atraviesa por un túnel negro y a quien sólo le salvan sus eficaces chispazos. El argentino exhibió velocidad, calidad y regate. Él y Navas pudieron rematar la faena en el inicio del segundo periodo.
Fue cuando el Almería estiró las líneas. Crusat y Uche obligaron a que Palop tirara de repertorio y salvara el empate, que hubiese caído en Nervión con el efecto de una bomba. Cuando los miedos volvían a sobrevolar el Sánchez Pizjuán, la poderosa figura de Kanouté tomó protagonismo para regalarle a Renato su golito. El partido parecía cerrado, pero este Sevilla se empeña siempre en ilusionar a los contrarios. Renato picó en una acción veloz de Piatti, que revolucionó el ataque, y Negredo planteaba con el penalti un final más que apretado.
La obsesión de Luis Fabiano por marcar restó más que sumó, permitiendo que el Almería soñara con un golpe divino hasta el final. Hubiese sido demasiado premio para tan escasos méritos. Atrás quedó el duelo por la Copa. El Sevilla se reencontró con su niña bonita, la Liga. En los marcadores se disparó la siguiente imagen: 50 puntos. En el camino hacia la Champions parece que no habrá lugar para el fracaso. Ayer se dio otro paso casi decisivo.