Un gol de Jokin Esparza agua el debut de Eusebio

Ni Pepe Murcia, ni Eusebio Sacristán, ni 4-3-3, ni 4-4-2, ni el 4-2-3-1. Este Celta está gravemente enfermo y los puestos de descenso siguen acercándose peligrosamente. Ayer parecía el día indicado para hacer borrón y cuenta nueva, pero los celestes han demostrado ser capaces de aguarle la fiesta a cualquiera. El Huesca le enseñó claramente cuál es la principal virtud que le falta al Celta: ser un equipo. Con todo lo que eso conlleva. Solidario, compenetrado, trabajado, rocoso. Vamos, todo lo que no son los celestes. No lo eran con Murcia y, de momento, siguen sin serlo con Eusebio Sacristán.

Y eso que el comienzo fue prometedor para los vigueses. Los veinticinco primeros minutos locales fueron excelentes. El balón pasaba por Trashorras o David y las ocasiones rondaban la meta de un excepcional Eduardo. Especialmente clara fue una de Ghilas, que fue incapaz de rematar. El argelino sigue desacertado y es la sombra del futbolista explosivo que aterrizó en Vigo en verano.

El Huesca se desperezó en el ecuador de la primera parte y empezó a llegar con timidez a la puerta de Notario. Los errores de Peña sacando el balón y alguna que otra pérdida de Trashorras daban aire a los oscenses, que con unos inspirados Rodri, Rubén Castro y Camacho se las arreglaban para poner nervioso a Eusebio.

Viejos debates. Las dudas del flamante entrenador celeste quedaron patentes tras el descanso, cuando el Celta apareció sobre el césped con Oubiña y sin Trashorras. Cuarenta y cinco minutos tardaron en aparecer viejos fantasmas sobre Balaídos. Parece que Trashorras siempre tiene que llevar aparejado con él el debate. Lo cierto es que ayer la apuesta le salió rana a Eusebio. Con Oubiña el Celta perdió imaginación, se partió y fue claramente a menos.

Esa circunstancia la aprovechó el Huesca para volver a asediar a Notario. En un tremendo error de la zaga celeste, Rubén Castro habilita, con la colaboración de Roberto Lago, para que el recién incorporado Esparza fusile al catalán.

El golpe fue brutal, porque tres minutos antes David había tenido una ocasión clarísima que desvió Eduardo. El Celta tardó en reaccionar. Rosada pudo empatar, pero el meta se encargó de amarrar el triunfo.