Raúl, candidato a 'one club man'

Raúl se reinventa, como tantas veces, en busca de nuevos goles que alimenten su insaciable hambre de récords, y el Madrid recupera al mito latente que una parte del entorno blanco había puesto en el disparadero del banquillo, o la grada, durante algunos momentos en las últimas temporadas. Tanto como para que, hace unos días, el delantero blanco reconociera lo que parecía un secreto a voces: que estuvo a punto de marcharse a la Premier League en esos momentos de baja forma en los que le llovían las críticas. El Tottenham le ofreció dinero, titularidad y flores, se acercó a un milímetro... Pero él prefirió seguir en el Madrid. El club de su vida.

Y pasar a formar parte así en un One Club Man, término inglés para referirse a los futbolistas que se mantienen toda su carrera profesional fieles a un solo club. Una especie, por cierto, al que los euros y el orgullo han colocado en peligro de extinción. Pocos futbolistas continúan en un equipo contra viento y marea, atados al palo mayor de la lealtad para evitar los cantos de sirena de un salario superior, o aguantando a un técnico que les condene al banquillo o la grada por una etapa de bajo rendimiento.

Mientras el City tienta con sus millones a algunos de los mejores cracks de Europa, mientras Etoo afirma "trabajar para el Barcelona pero ser del Mallorca", otros futbolistas con el palmarés repleto anuncian sus retiradas antes de vestir los colores de un equipo que no llevan en el corazón. Son los casos de Maldini y Giggs, jugadores eternos cuyo ejemplo de adhesión quedará siempre en la memoria de los aficionados del Milán y el United, símbolos de los dos clubes que más problemas pusieron a la hegemonía madridista en el final del pasado siglo y el principio de éste. Ellos, como los Scholes, Neville, Totti o Raúl Tamudo, el otro Raúl, han sido rivales apreciados de Raúl González Blanco en el campo, y también en el Salón de la Nobleza.