copa del rey | athletic 3 - sevilla 0
Los leones devoran al Sevilla
Los goles de Javi Martínez, Llorente y Toquero en la primera mitad dieron la vuelta al 2-1 de la ida y devuelven la gloria al Athletic, que regresará a una final de copa veinticuatro años después. La final de la Copa del Rey, que se disputará el 13 de mayo en Valencia, medirá al Athletic y al Barcelona por sexta vez en la historia
Victoria histórica en San Mamés. No solo por la espera, que ha sido demasiado larga, sino por las formas con las que han conseguido entrar en su trigésimo quinta final del torneo del caos, en el torneo de las emociones, en su torneo. Emociones como las que ha levantado este equipo y su filosofía, capaz de hipnotizar a sus feligreses, de enganchar a un pueblo y engalanar una ciudad desde la melena hasta el rabo con banderas, bufandas e ilusión. El santo se debió sentir más arropado que nunca con sus 40.000 leones a su alrededor y observará orgulloso como la mítica Gabarra podría volver a surcar las aguas de Nervión.
Ya lo avisó el visionario Orbaiz durante la semana afirmando que el primer gol lo metería la afición. Quizá pecó de cauteloso porque con ambientes cómo el de esta noche, me atrevería a afirmar que es imposible tropezar. Porque, sin duda, los rugidos de esta afición han sido los verdaderos artífices de una victoria histórica que mete a los leones en una final de copa 24 años después y con la recompensa en forma de billete europeo. La cruz por contra la representó José María del Nido, que pagó su bravuconada, y tuvo que asistir con resignación a una impresionante exhibición bilbaína. Tampoco sería justo hacerle pagar su osadía, en parte porque formó parte de una arenga a sus muchachos, y porque con los éxitos cosechados por este equipo anteriormente cualquier podría envalentonarse.
El Sevilla llegó a San Mamés, sabiéndose el enemigo, y escuchando al unísono los tambores de guerra de una afición- de todo un pueblo, en realidad- volcado por un sueño que no había vivido desde 1984. Caparrós salió con su once de gala, con la única novedad de Toquero acompañando a Llorente en la punta del ataque, para aumentar la cuota de oficio del equipo y dar mayor libertad a la segunda línea rojiblanca Tras la arenga inicial el balón echó a rodar y pronto demostraron los leones que el partido iba a ser un auténtico infierno para los hispalenses. A penas transcurridos cuatro minutos Javi Martínez, uno de los precursores de esta generación, abrió la lata y desató la locura en San Mamés. David López aprovechó su potencia para convertir un saque de banda en un corner, Llorente peinó hacia atrás y ahí apareció el de Lizarra para entrar con todo desde segunda línea y, en segunda instancia, empujar el balón al fondo de las mallas.
Pese a que Manolo Jiménez, sabedor del empuje local, salió con un doble pivote pensado para contener, la medular sevillista, cosa extraña, no supo sacudirse la presión inicial y contemporizar los ánimos locales. Los hispalenses parecen haber perdido esa experiencia, esa seña de identidad y saber estar que les llevó a remontar partidos imposibles y a maniatar a rivales de mayor entidad. Ya le pasó factura en UEFA y hoy ha terminado de confirmarse. Este no es el Sevilla de antaño. La ambición y fiereza de los leones se puso de manifiesto con un nuevo remate de Javi Martínez que Palop, a quema ropa, acertó a despejar cuando apenas habían transcurrido diez minutos. Las sensaciones no podían ser más positivas para los rojiblancos, no solo por la ventaja inicial, sino porque se mascaba en el ambiente que no iba a ser la noche del Sevilla. En una nueva muestra de inoperancia defensiva el balón se paseó de un lado a otro del área, Yeste levantó la cabeza y puso un centro medido para que Llorente, el Rey León, se elevará por encima de la defensa y subiese el segundo al marcador.
Toquero da el zarpazo definitivo
Sin tiempo que perder el técnico de Arahal decidió jugársela a cara o cruz (a la postre salió cruz) metiendo a Luis Fabiano en detrimento de Fazio, que pareció pagar los platos rotos. El brasileño tuvo que contemplar como al minuto de entrar en el terreno de juego llegaba el tercer zarpazo de los leones. Llorente se sacudió la vitola de promesa para proclamar a los cuatro vientos su consagración como estrella. El ariete rojiblanco en un sublime recital, recibió de espaldas, aguantó la llegada de segunda línea, levantó la cabeza y asistió para que Toquero, solo ante Palop, cruzase el balón ante la desesperación del meta valenciano. Treinta y siete minutos y tres cero. Un sueño hecho realidad.
Con la locura instalada en La Catedral, Mejuto pitó el descanso y las caras se convirtieron en el espejo del alma. Mientras unos se marchaban a vestuarios paralizados y atónitos, sin encontrar una sola respuesta, los locales entraban corriendo, como si quisieran salir lo antes posible y seguir disfrutando. Jiménez sustituyó a un desaparecido (al igual que todos sus compañeros) Adriano y dio entrada a Capel, pero las bandas sevillistas hoy no fueron las flechas de otras ocasiones. Caparrós debió arengar más a sus chicos, que a los dos minutos de salir a punto estuvieron de marcar el cuarto, con un balón al área que Palop, con problemas, acertó a despejar. Mención especial merece el técnico utrerano, sevillista de nacimiento, cuyo carácter fiero y salvaje le ha llevado a encajar a las mil maravillas con la filosofía y sentimiento del club bilbaíno.
El Athletic no bajó el pistón, en parte porque el aliento de San Mamés no se lo permitió en ningún momento. La presión asfixiante ejercida por un híper generoso Toquero y el todoterreno Javi Martínez, maniató la creación de juego hispalense, y por ende no hubo noticias de Kanouté y Luis Fabiano. Con la salida de Capel y las pinceladas de Navas, los andaluces mejoraron su imagen, avanzaron líneas y llegaron, pero de forma estéril, a las inmediaciones de un aburrido Gorka Iraizoz, que solo olió el peligro en una espectacular chilena de Jesús Navas, un remate de Schilachi que se marchó rozando el palo y un remate de cabeza de Kanouté.
Mediada la segunda parte y con el trabajo más que hecho en la primera, el Athletic sacó a pasear la experiencia de sus jóvenes jugadores, durmiendo el partido y disfrutando de una noche, simplemente, histórica. Porque la alargada sombra del descenso que ha perseguido al club durante estos años ha desbordado todos los sentimientos contenidos de una generación de futbolistas a la que ya nadie tendrá que contar las viejas hazañas de los Sarabia y compañía, porque el 13 de mayo ellos tendrán la oportunidad de emularles. La invasión de campo puso el colofón a una noche en la que, como ya vaticinaron, "los vascos no podrán dormir tranquilos".