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Liga BBVA | Racing 1 - Osasuna 1

El Sardinero se abona al bostezo

Serrano adelantó al Racing en dudosa posición. Pandiani igualó justo antes del descanso. Iturralde se tragó un penalti a Pereira. Hubo bronca final

Actualizado a
<b>NUEVO EMPATE.</b> El Racing sigue sin ganar en casa. Tan solo dos partidos de los 13 jugados acabaron con los tres puntos en el zurrón. Ante el Osasuna, otro empate.

El Racing lleva sin ganar en El Sardinero desde el pasado 23 de noviembre (ante el Espanyol) así que no descarten que en el próximo partido las áreas estén pobladas de ajos o meigas. El dato ya supera la anécdota. Es una preocupación. Y lo peor de todo no es el pasado; las dos únicas victorias logradas en Santander esta temporada en lo que va de Liga. Sino lo que está por venir. El equipo de Muñiz necesita más que nunca el apoyo de la hinchada porque la permanencia se huele pero no se toca, y ya no sé si encontrará ese calor. La gente se ha cansado del empate, de la ausencia de emoción, de fichajes irrisorios, de pilares de paja, de delanteros sin gol... Ayer fue el día menos propicio para exigir nada debido a las numerosas y decisivas bajas (Garay, Zigic, Munitis, Tchité...) pero también es cierto que al vaso de la paciencia únicamente le cabía otra gota más. La que se derramó.

El Racing, como ya le sucedió ante el Villarreal en su última comparecencia en casa, desaprovechó una clara ocasión para hermanarse con sus fieles. El partido, casi por completo, recordó al de aquella vez. Los de Muñiz se adelantaron por un zarpazo de calidad que dejó a Roberto sin la posibilidad de batir su récord de imbatilibilidad. Entonces fue un cabezazo de Zigic y en esta ocasión un latigazo de Serrano en posible fuera de juego. Además, entonces y ayer, debió lanzar un penalti. Contra el Villarreal, fue Toni Moral quién cayó y ante Osasuna fue Pereira el supuesto actor. En ambos partidos, con el 1-0 a favor, hubo paredes, toques rápidos y apoyos. Llegadas y remates. Hubo un guiño a la exquisitez pero de igual manera, el equipo se desmayó. Puede ser el físico pero seguro que es la intensidad de la presión. Hace 15 días Cazorla lo aprovechó al sacar petróleo de un córner anónimo y esta vez fue Pandiani quien castigó tanta abulia y falta de concentración tras un saque de banda cualquiera.

El tanto del uruguayo llegó en el momento y de la manera que más duele. Justo antes del intermedio y después de una jugada que debió sacar el Racing y no Azpilicueta. Sin embargo, no vale para justificar que Serrano no tapó como debía el centro de Juanfran ni que el Rifle se colara entre los centrales con tanta comodidad. El fútbol es para listos. Ahí se equilibró el encuentro y entonces bien pudo finalizar. El resto sobró. Y enfadó.

Los retales. La segunda parte nos recordó que Lacen es más importante para este Racing de lo que nadie imaginaba. Por él se pagaron unos 450.000 euros pero sólo unos meses en Primera ya le han servido para añadir un cero más a su valor. La noticia tiene su connotación positiva aunque no habla muy bien de la salud de sus compañeros. Su fichaje era prioritario para presumir de un ladrón de balones y tener mayor capacidad atlética y, sin embargo, últimamente se ha convertido en la brújula, en el especialista para dar el último pase. Roba y crea. Se mancha y piensa. Ayer volvió a hacer de todo y por todos. Y si el equipo no gana con su omnipresencia es que alguien no hace lo que debe.

Osasuna sufrió los poderes del francés y únicamente la conexión Juanfran-Pandiani le mantuvo con vida. El conjunto de Camacho debió perder si nos fijamos en que Marcano rozó el gol en un córner y que Pereira buscó la escuadra sin éxito dos veces. El razonamiento se refuerza si, además, recordamos que Toni Moral a punto estuvo de conectar un pase al hueco en boca de gol. Pero, por contra, dio la sensación de que los navarros eran más compactos. Sin fisuras. Una consecuencia evidente de que su plantilla se confeccionó pensando: laterales frescos, bandas ávidos, medios expertos y complementarios y delanteros con pólvora. Si no hizo más es porque no supo leer que Plasil y Juanfran debían correr sus bandas y no sólo ocuparlas. Sepsis no hay todos los días.

El final desencadenó la ira popular y arrojó varias lecturas: Osasuna se salvará, hacer un cambio en el 91' con empate duele, Muñiz es igual de querido en el banquillo que encerrado en un box y El Sardinero parece una ONG. Todo el que lo necesita puntúa.