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Liga BBVA | Valladolid 1 - Málaga 3

En río revuelto, ganó el Málaga

Luque y Apoño sentenciaron pronto. La salida de Oldoni y de Aguirre cambió al Valladolid. Nacho selló el 1-3. El cuarto árbitro, un prepotente

Ignacio Tornadijo
<b>APOÑO, OTRO DE PENALTI. </b>El 10 del Málaga no falló y batió a Justo Villar. Era el 2-0, que ponía el partido cuesta arriba para el Valladolid antes del descanso.
APOÑO, OTRO DE PENALTI. El 10 del Málaga no falló y batió a Justo Villar. Era el 2-0, que ponía el partido cuesta arriba para el Valladolid antes del descanso.

El Málaga se consolida como equipo revelación. Su triunfo de ayer en Valladolid es incontestable. Le bastó la primera parte para dejar casi sentenciado un partido extraño, en el que el Valladolid tuvo dos caras y en el que el árbitro demostró su lamentable momento de forma física y de inspiración. Además, contó con un enemigo de cuidado: el cuarto árbitro.

Mendilibar decidió regar el campo, seguramente para tratar de tener el mando del partido y acelerar la circulación de balón. La cosa salió mal, ya que la velocidad de acciones y de juego la tuvo el Málaga, que hizo una primera parte para irse al descanso con tres goles de ventaja. De hecho, se fue sólo con dos porque Baha estuvo negado de cara al gol. Con 0-2 falló un mano a mano ante Justo Villar y con 0-3, ya en la segunda parte, desperdició a placer otra gran ocasión. Pero Tapia no necesitó a Baha para ganar y para demostrar el equipazo que ha formado. Le bastó con la calidad de Duda y con la velocidad de Luque y de Eliseu.

Fue el ex del Deportivo, Mallorca y Ajax el que, aprovechando un despeje corto de Iñaki Bea, se iba a hacer con el balón en la frontal para, de duro disparo, hacer el primer gol del partido. El dominio andaluz era absoluto. En el Valladolid sólo algún centro sin peligro de Pedro León y una dejada de Goitom que remató Víctor, parando Goitia. El resto, naufragio. Borja y Álvaro Rubio no lograban hacerse con el timón y las bandas estaban perfectamente tapadas por Gámez y Calleja. León y Sesma sucumbieron, especialmente el canario.

Pero el gran peligro le llegaba a los blanquivioletas a través de su desconcierto defensivo. Siempre sorprendidos y erráticos, para los locales era cuestión de tiempo esperar la puntilla. Un empujón de Bea sobre Eliseu, con la añadida exageración del portugués en la caída, iban a permitir a Apoño anotar el segundo desde el punto de penalti. La cosa pintaba mal para el Valladolid. Estaba jugando fatal y enfrente tenía al equipo más fuerte mentalmente del campeonato.

La reacción.

El descanso permitía juegos mentales como recordar el 0-2 remontado por el Málaga ante el Almería, el 0-2 remontado por el Almería ante el Valladolid y el que se podía remontar todavía en Zorrilla. A ese clavo ardiendo se agarró el Valladolid.

El Málaga, con su suculento botín, se propuso no perderlo, y no lo haría. Pero los dos primeros cambios de Mendilibar, seguramente algo tardíos a los 63 minutos, iban a resucitar a su equipo. El balón pasó a ser local y la agresividad deportiva que no habían mostrado en la primera parte los pucelanos, empezó a aparecer. Aguirre y Pedro López rompían bien por la banda derecha. Víctor y Rubio trataban de jugar entre líneas. Goitom, otra vez bien ayer, y Oldoni, esperaban con la escopeta cargada. Tapia trató de frenarlo todo sacando del campo a Luque y reforzando el centro del campo con Barros, que trabajó bien, pero que no fue la panacea. El Valladolid seguía lanzado y merecía el gol. Oldoni disparó al larguero y después Goitom remató al palo. Era una avalancha que acabaría con un centro lateral de Pedro López, que mejoró tras un pésimo primer tiempo, para que Oldoni rematara en boca de gol quitándole el tanto de la cabeza a Goitom. Era el 1-2. El Málaga se asustó y el Valladolid creyó en el milagro. Ahí empezaría el recital del cuarto árbitro, con el beneplácito de Megía Dávila.

Un tal Sánchez Seco, el cuarto árbitro, se enceló con Mendilibar y consiguientemente con todo el banquillo local. Megía Dávila, loco por la música, frenó la reacción local, se pierden cinco minutos claves y expulsa al médico, al entrenador y al segundo técnico del Valladolid. A todos por protestar. Mientras, Sánchez Seco, un prepotente, sacaba pecho desafiante y provocaba al máximo. Fue el broche de una pésima actuación de Megía, un hombre lento y fondón que debería pensar en pasar los domingos de manera plácida con su familia. Al final, Nacho puso la guinda a un justo triunfo malagueño aprovechando la lentitud que tenía enfrente. El Valladolid hizo deméritos sobrados para perder en la primera parte.

Megía castigó al banquillo pucelano

Todo ocurrió en el último tramo del partido. Las quejas del cuarto árbitro hicieron a Megía Dávila acudir al banquillo del Valladolid y decidió expulsar por protestas al doctor Pablo Grande, al técnico Mendilibar y al segundo entrenador Ángel Félix. Terminó dirigiendo el preparador físico Toni Ruiz, que podría hacerlo también en Valencia.