El Deportivo dejó escapar ayer una gran oportunidad para seguir su escalada hacia la zona Champions. Y la perdió porque Megía Dávila se comió un penalti sobre Valerón en el primer tiempo, porque Lassad se encontró con el palo en un gran remate de cabeza, y porque con acosar no llega, hay que matar. ¿Osasuna? Feliz, claro. Cuarto partido consecutivo puntuando y gran premio a su orden y falta de ambición, porque Aranzubía se marchó ayer a la ducha sin tener que hacer una sola parada de mérito.
La puesta en escena de Osasuna fue muy diferente, casi una clara reivindicación a la injusticia del puesto que ocupa en la clasificación. Sin complejos, tocando, presionado la salida de balón de la defensa local y acotando el campo a 20 metros útiles, acomplejaron a un sorprendido Deportivo durante el primer cuarto de hora. Desde la lesión de Guardado, Lotina ha apostado por un once de jugones, de toque, de asociaciones y dominio en la franja central del campo. Con este panorama, la apuesta de Camacho fue llevarse el fútbol a las bandas. Por la derecha, Azpilicueta y Juanfran, y por la izquierda el talentoso Plasil. El planteamiento de Osasuna incomodó a un Depor que veía como el balón pasaba por Puñal, Dady, Juanfran, Hidalgo y Plasil. De oca a oca, tirando siempre porque siempre les tocaba. Pero faltaba remate, y cuando se acercaba el peligro rojillo, por allí aparecía un Lopo omnipresente
La niebla local comenzó a levantarse a los 15 minutos, cuando poco a poco el balón empezó a saborear las botas de Valerón y Verdú, con un Lassad que se dejó en la caseta los nervios para convertirse en una referencia muy apetecible para sus compañeros. Un tiqui-taca por el centro terminó con el balón en la banda derecha, en la que Laure centró bien para que De Guzman rematase de espectacular chilena con peligro a los veinte minutos. Un poquito después, en un duelo de laterales, fue Filipe el que colgó un balón perfecto al que Lassad respondió con un cabezazo todavía mejor. El francés, que ya comenzaba a celebrar el contrato profesional que firmó en la noche del viernes con Lendoiro, se encontró con un poste que no sabe nada de las ilusiones de los debutantes.
Las llegadas del Depor comenzaron a ser habituales y el carácter con el que Osasuna se plantó en Riazor se transformó en dudas. La jugada clave del primer tiempo llegó en el minuto 37. Una gran pared entre Lassad y Valerón, dejó al canario con el camino franco hacia Roberto. Miguel Flaño salió al cruce, pero llegó tarde. Riazor se relamía con el penalti, pero Megía Dávila, perfecto en todo lo demás, mandó seguir. Lotina se fue a por el asistente, linier o el tipo del banderín, llámenlo como quieran, pero como suele ser habitual se inhibió. 'Bastante tengo con los fueras de juego', debió decirse, porque hoy en día para poco más valen estos acompañantes decorativos de los colegiados, muy mal llamados árbitros asistentes, porque ni arbitran, ni asisten.
Acoso sin derribo. La salida del segundo tiempo no cambió nada, más bien fue una continuación de un acoso que no llegó a derribo. Primero fue un derechazo de Lassad, después un disparo desde fuera del área de Verdú, luego otra gran jugada del descarado y ambicioso delantero francés y, por último, un latigazo de Juan Rodríguez que se marchó a la izquierda de Roberto por muy poco. Iban diez minutos del segundo tiempo, pero Osasuna seguía resistiendo. El gol no llegaba y los de Camacho poco a poco fueron bajando el ritmo del partido, aburriendo al Depor, que buscaba desesperado a Valerón para encontrar la jugada decisiva, pero ésta no llegó. Hay días que no toca, por muy bien que juegues, lo mismo que otros ganas no sabes muy bien cómo. Fútbol.
Para Camacho lo mejor fue el punto, para Lotina ver que el Flaco va a más cada día y que Lassad, que ya tiene contrato profesional desde anteayer, apunta a delantero de verdad. Lo cierto es que ambos equipos están en el buen camino y con argumentos para llegar a sus respectivas metas: Europa y no sufrir. Mucha suerte.
