Liga Adelante | Real Sociedad-Real Zaragoza
Anoeta vale cuatro puntos
El Zaragoza juega un partido clave para el ascenso
Metáforas al margen, el partido de hoy vale cuatro puntos. La Real y el Zaragoza, que empataron en La Romareda en la primera vuelta, se miran a los ojos casi desde la misma altura, separados por un centímetro. Un punto, casi nada. Rivales hacia el ascenso, el triunfo daría al ganador el premio añadido del goal average, saber que la foto finish te haría feliz. En junio, eso quizá sea nada porque no haya codos que meter. Pero quizá sea la vida. O la muerte.
A la batalla en Anoeta por esos cuatro puntos la Real y el Zaragoza acuden en estados dispares. En realidad, el Zaragoza en sí mismo reúne diversos estados. Uno es el drama de su entrenador, que hoy se sentará en la grada por sanción. La imagen refleja la distancia con sus jugadores, que no asimilan su modelo. Sin embargo, huido y/o echado Oliveira, el Zaragoza se reconcilió con la pelota ante el Levante y el triunfo le devolvió la fe y la unión. Contradicciones de este Real Zaragoza de tantos quebrantos...
La pelota.
El estado de la Real, decíamos, es lo contrario. Se ha acostumbrado a ganar y, sin saltarse ni un escalón, se ha arrimado a la zona noble. Su fútbol es igual. Pausado, estable, sonriente. Si acaso le falta algo de gol, pero ahí aparece Abreu, uno de esos héroes del error. Junto a él, Necati, aspirante a heredero de Nihat. Detrás, Aranburu, Marcos y Xabi Prieto quieren la pelota y sufren sin ella. Como su defensa, que fue un flan en La Romareda. Lo contrario sucede al doble pivote del Zaragoza hoy: Zapater-Generelo. Por eso, la periferia, con Jorge López al mando y Ander Herrera en la recámara, se antoja esencial para buscar a Arizmendi y Ewerthon, que sabe bien devorar flanes.