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Liga Adelante | Las Palmas 0 - Real Sociedad 1

Un frontón donostiarra

Las Palmas, en caída libre tras perder ante la Real.

Valentín De Félix
<b>CONTRASTE. </b>El Loco Abreu celebra el único tanto del partido mientras que  Nauzet y Márquez, cariacontecidos, tratan de reponerse.
CONTRASTE. El Loco Abreu celebra el único tanto del partido mientras que Nauzet y Márquez, cariacontecidos, tratan de reponerse.carlos díaz-recio

Si alguien no sabe cuál es la mejor defensa de Segunda División revisen el video del partido. Hay que olvidarse de todo aquello que pregonaba otrora Lillo desde cualquier púlpito mediático. Que nadie espere un ataque total de la Real, su discurso preferido. Hoy, el corpus ideológico del tolosarra lo compone una legión de defensas hambrientos de carne de nueve y un delantero hábil con los codos y ancho de espalda. Si a eso le sumamos un oponente ansioso, tenemos el retrato perfecto del encuentro de ayer. Las Palmas se empeñó en jugar a la pelota vasca y ahí no hubo rival, lo saben, los visitantes se manejan mejor en el frontón.

Los locales confundieron durante todo el partido el ritmo y la intensidad con el atropello por llegar al área. Combinaron poco en el centro del campo, tampoco lo permite en exceso el firme del Gran Canaria, y lo invirtieron todo en un juego persistente y previsible hacia Marcos Márquez. Incluso sería atrevido hablar de poca fortuna frente al gol, porque ocasiones claras, lo que se dice nítidas, no hubo demasiadas.

Darino, silbado por la grada en su sustitución, cometió al cuarto de hora un penalti inocente sobre Abreu. Ahí empezó a despedazarse todo. El uruguayo no tenía la posesión de la pelota, pero el argentino en su desmedido afán por hacerse con el balón propinó un hachazo inoportuno. Para escarnio del respetable, esa fue la única vez que los realistas se asomaron por las inmediaciones de Santamaría con ganas de hacer daño. El resto se lo pasaron defendiendo, se gustaron en una solidaria línea de seis defensas con Labaka y Ansotegi como emperadores.

Si la Real Sociedad aplicó plomo, aún más cuando se quedaron con diez por la expulsión de Markel, la Unión Deportiva respondió con orgullo pero sin coherencia. El arreón de los anfitriones antes del descanso, espoleados por un público ardiente y susceptible con el árbitro, no sirvió para nada. Claudio Bravo, magnífico, posó para los gráficos con una estirada majestuosa a disparo de Jorge, sería la última ocasión de la primera parte.

Javier Vidales, tras el intermedio, quiso cambiar el decorado. No se atrevió a dejar una línea de tres en defensa y sustituyó a Saúl por Sergio, que propiciaba la única vía a la zaga donostiarra. Puso en el campo a más delanteros, pero no más claridad. Las tres sustituciones dejaron una estela de caos.

El entrenamiento defensivo de Real Sociedad siguió sin rubor hasta el pitido final. La Unión Deportiva, por la derecha e izquierda, centraba al corazón del área igual que un funcionario de la Administración sella documentos, sin cariño ni atención. A la conclusión, pitos y reproches cuando el equipo se retiraba a los vestuarios. Escuecen las derrotas y flaquea la ilusión.