Ridículo en Mallorca

Emery se culpó al final del choque de la lamentable imagen mostrada por los suyos. Fue un gesto, uno más, del técnico para proteger a los suyos, pero no cuela, porque por ésas, cuando se gana también sería Unai el máximo responsable. Ni una cosa ni otra, erró ayer el técnico, seguro, en la elección de los futbolistas, en el mensaje lanzado que no caló en el grupo o en no saber motivar a los jugadores. Pero los grandes culpables, al igual que los grandes triunfadores cuando se gana, fueron los que saltaron al campo, y es correcta la expresión saltar, porque no hicieron más que eso, presentarse y evitar la pérdida por incomparecencia, que visto lo visto hubiera sido más honrosa que la primera mitad realizada en Mallorca.

La segunda no fue mucho mejor, pero el mal ya estaba hecho porque Jurado había destrozado a los chés en los primeros 45 minutos. Fue él el verdugo, como podía haber sido cualquier otro rival que saliera enchufado. Hizo dos goles, cometieron sobre él el penalti que marcó Martí, y rondó el hat trick. Vamos, que hizo lo que le dio la gana. Él, y Aduriz, y Varela y... cualquiera que vistiera de rojo. Baile al Valencia, que retrocedió a la época de Koeman en todo lo negativo, y alivio para los insulares, que rompen su racha de once jornadas sin ganar y abandonan el farolillo en el que se habían acostado el sábado. Manzano respira.

Poco más se puede apuntar de los chés, sería hacer sangre porque todos hicieron lo posible para que la manada no fuera la fuerza del lobo, parafraseando a Quique. Guaita regaló el 1-0 en la primera que tuvo y presentó poca batalla en el resto de tantos. La zaga siguió siendo un coladero y al mal papel habitual de Del Horno se sumaron ayer Miguel y Maduro. Pero el papelito fue general, Marchena no mejoró en la medular y Edu no aprovechó la ocasión. Tampoco Pablo, lo que ya ha dejado de ser noticia. Una ruina general que facilitó la faena a los insulares, que sólidos atrás gracias al liderazgo de Nunes se lanzaron al ataque liderados por Arango y con Jurado rubricando la goleada.

Al descanso, los valencianistas miraban al suelo y los mallorquinistas al cielo. El duelo ya estaba liquidado y lo que quedaba por delante sobraba. Emery intentó maquillar el ridículo y al menos Baraja y Vicente se lo tomaron en serio y contagiaron la actitud que había faltado en el primer acto, pero no lo suficiente como para soñar con la remontada. Más cerca estuvo la manita local, pero Guaita acertó en dos mano a mano. Suele el canterano mostrar su mejor cara tras fallar antes, una pena. Tan mal estuvo el Valencia que no se agarró al error arbitral, fuera de juego en el primer tanto y penalti dudoso. El sonrojo de hacerlo hubiera sido mayor que el que produjo el mal partido realizado.